domingo, 20 de abril de 2008

029 - Notas de un figurante

Sobre mediados del mes de Agosto del 2006, me envió para su lectura, estas notas dónde narraba su experiencia en el mundillo del cine, mi amigo Jesús Almendros. Hoy las he vuelto a ver y pienso que estaría bien colocarlas, para pasar un buen rato leyendolas.


- NOTAS DE UN FIGURANTE -

Rodaje de "Manolete"

Acaba de terminarse en El Puerto de Santa María el rodaje de “Manolete”, la comedia romántica con trasfondo taurino protagonizada por Adrien Brody (”El Pianista”) y Penélope Cruz (“Volver”), acompañados de actores como Santiago Segura, Juan Echanove, Cayetano Rivera Ordóñez ó la británica Ann Mitchell que es Doña Angustias, la madre del torero. Adrien Brody, lógicamente, es Manolete con el que guarda un asombroso parecido. Segura es su mozo de espadas, chófer y hombre de confianza y Echanove, Pepe Camará, su apoderado. Penélope Cruz interpreta a Lupe Sino –Antoñita- su amante, una cantante con aspiraciones de actriz que no fué aceptada nunca por el entorno del torero, sobre todo por su madre, por su comportamiento liberal, su falta de prejuicios, su relación con otros toreros y también, todo hay que decirlo, por ser de familia republicana.











A Lupe Sino no se le permitió entrar a ver a Manolete en su lecho de muerte por temor a que se pudiera llevar a cabo un matrimonio “in articulis mortis”. Muerto el torero, se vio obligada a emigrar a Méjico para huir de la persecución a que fue sometida.

La película la dirige el holandés Menno Meyjes, nombre que a muchos no les sonará, pero que fue el guionista de películas tan conocidas como “El Color Púrpura”, “Indiana Jones y la Última Cruzada” ó “El Imperio del Sol”, todas de Spielberg, así como de otras muchas, entre ellas “El Sueño del Mono Loco” de Fernando Trueba. Como director tiene en su haber 2 películas, “Max” y “Martin Child”.

La producción -20 millones de dólares- es española, de Andrés Vicente Gómez –Lola Films- aunque con participación británica, la fotografía de Robert Yeuman (“Drugstore Cowboy”/”Life Aquatic”), el montaje de Francis Parker, la música de Roque Baños (“Torrente”/”Los 2 lados de la cama”/”Frágiles”/”El Maquinista”) y el guión del propio Meyjes.









La falta de experiencia taurina de Adrien Brody, del Director y de todo el equipo técnico trata de suplirse con los consejos de Espartaco que cumple la función de asesor taurino y la presencia del joven novillero Agustín de Espartinas que dobla al actor en las escenas en que Manolete se enfrenta al toro aunque de cara al mercado internacional se han evitado todas las partes de la corrida que puedan ser consideradas crueles ó sangrientas.

La película se centra en los siete últimos años de la vida del torero, rememorados durante el viaje en coche a Linares donde encontraría la muerte.

Salamanca, Alicante, Carmona, Córdoba, Sanlúcar, Cádiz y El Puerto de Santa María son los escenarios donde se han grabado los exteriores. Estas notas corresponden al rodaje en esta última ciudad donde se han filmado importantes escenas situadas en distintos lugares como Méjico, Barcelona, Bilbao, Linares ó Córdoba.
A primeros de Junio, los días 3 y 4, tuvo lugar el “casting” en El Puerto de Santa María. Hacían falta al menos 500 figurantes y no faltaron voluntarios para presentarse a la selección. El “casting” se realizó en la Bodega de Caballero en la calle Palacio donde se formaron largas colas de aspirantes a formar parte de este circo que es el rodaje de una película, sobre todo si es una película de alto presupuesto como esta. En la cola, caras conocidas de todos los estamentos sociales de la ciudad y venidos expresamente de otros lugares, que la prensa y las televisiones locales se encargaron de divulgar. Para entonces ya se habían celebrado “casting” en otros escenarios donde anteriormente se rodaron otras partes de la película.











En el interior de la bodega, personal especializado informaba a los aspirantes a figurantes las condiciones de contratación. La remuneración no sería muy alta, 35 euros por día para los “extras” y 65 para los “figurantes” que tuvieran algún papel, cura, jefe militar, médico, etc. aunque simplemente se limitaran a aportar su presencia física. La comida sería abundante y de calidad y se aseguraría legalmente a todos los contratados que, por su parte, deberían de firmar la aceptación a que se les cortase el pelo, la barba ó el bigote ó se les colocasen postizos en caso de que fuese necesario.









Después de firmar la solicitud, se nos asignaba un número y se nos hacía una fotografía indicándonos que en caso de ser aceptados se nos citaría telefónicamente.

De pronto, un día, la prensa dio la noticia del comienzo del rodaje sin embargo ningún conocido había sido avisado. A los pocos días empezaron a llegar los avisos telefónicos de forma masiva. La pregunta era “¿Está disponible para acudir al rodaje a partir del próximo miércoles?”. Los días de rodaje serían desde ese miércoles hasta el sábado y quizás algún día mas, pero cada día serían avisados aquellos cuya presencia fuese necesaria y estuviesen disponibles.

Por fin llegó el aviso. Mañana prueba de vestuario en la bodega de Calle Valdés esquina a Bajamar. Allí nos encontramos muchos de los que ya nos habíamos conocido en la cola del “casting” en la calle Palacios. Allí nos enteramos también que ya había habido unos días de rodaje a los que habían llamado a unos pocos figurantes. Se habían rodado escenas en la playa de La Caleta, en Cádiz, simulando escenarios mejicanos y también en el Palacio Orleáns, actual sede del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda que por gracia del cine se convirtió en el “Hotel Sur” de Linares de donde Manolete partió para la fatídica corrida donde le esperaba la muerte.

La bodega donde nos citaron contaba con amplios espacios destinados a vestuarios de hombres y de mujeres, peluquerías y salas de maquillaje así como un amplio salón-bar donde siempre había a disposición de los figurantes, agua fría, café, leche y bollería. Nada de alcohol.

Hasta que uno no entra en el interior de este engranaje no se imagina la complejidad de la realización de una película. Es todo un mundo en el que de forma independiente aunque perfectamente sincronizada trabajan distintos departamentos: Producción, Dirección, Decoración y Atrezzo, Figuración, Vestuario, Maquillaje y Peluquería y un Catering encargado de dar de comer cada día a 500 personas.

Según íbamos llegando, nos iban asignando el vestuario correspondiente, en algunos casos por las características físicas y en otros de acuerdo a las tallas disponibles de determinados trajes. La primera clasificación consistió en formar dos grandes grupos, los “elegantes” y los “humildes”. La diferencia fundamental entre unos y otros estaba en el calzado, los primeros llevábamos zapatos y los segundos alpargatas, pero dentro de cada uno de esos dos grupos había grandes diferencias marcadas por llevar ó no chaqueta, chaleco ó corbata ó simplemente sahariana, camisa ó polo y también por llevar ó no sombrero. Había una tercera clase a la que se aproximaban algunos miembros de los elegantes, por abajo y algunos de los humildes, por arriba, que eran los “medio pelo”.

A veces resulta difícil reconocer a un pobre hombre, que hemos visto entrar por la mañana de forma discreta, acobardado, casi encogido para pasar desapercibido, convertido en todo un señor. No solo es el traje, la camisa, la corbata, el chaleco, los tirantes, los zapatos, es la actitud. Él, que se encogía, ahora parece estirarse, mostrarse orgulloso a los demás sin decir nada, en silencio como si quisiera proclamar la falsedad del viejo refrán “el hábito no hace al monje”.
Viendo este mundo se entienden las cifras astronómicas a las que asciende la realización de una película y también esas interminables listas de nombres que aparecen en los títulos de crédito.

El primer día en que yo fui citado nos llevaron a mas de 400 figurantes a Sanlúcar de Barrameda. Fuimos en autobús derechos a la bodega Barbadillo, todos vestidos y peinados a la manera de los años 40. Realmente los hombres no parecíamos tan fuera de época. Seguramente si hubiéramos entrado en un bar, hubiéramos pasado desapercibidos Las mujeres no. Las mujeres se habían transformado de manera sorprendente. Los vestidos que les habían puesto resaltaban mucho mas su feminidad así como los zapatos y sobre todo los peinados, unos peinados imposibles, muy elaborados, realzados con postizos y adornados con pamelas ó sombreros. En las humildes esto era menos notorio.

En el espacioso patio interior de la bodega esperamos durante horas a que nos diesen alguna orden concreta para participar en el rodaje. Se formaron grupos que charlaban animadamente en sillas formando amplios círculos. En lugares estratégicos, a la sombra, se colocaron canastas de plástico con botellas de agua recubiertas de cubitos de hielo para mantenerlas frías.

Al cabo de un tiempo, al fondo del patio, se formó una animada juerga. Curiosamente casi todos lo que participaban en ella estaban caracterizados como “humildes”. La organizadora parecía ser una mujer de unos cuarenta años, simpática, muy habladora, con ese habla tan característica de El Puerto en el que las palabras se apresuran tanto que se atropellan unas a otras, morena, con bata y alpargatas. Resultó ser Ana María López Camacho, Ana para todos. Al parecer trabajaba en la limpieza de obra de los “Supermercados Mercadona” y cuando se construían, hacía también de peón de albañil. Se enteró del “casting” por una emisora de T.V. local. No podía permanecer tanto tiempo quieta, tranquila, en silencio, por eso empezó a cantar por “sevillanas” y a su voz se unieron otras muchas y en un santiamén se había organizado un bullicioso baile animado por canciones cantadas “a capella” acompañadas de palmas.

De pronto una mujer, alta, de mediana edad, vestida de “elegante”, es decir, con bonito vestido, altos zapatos de tacón, complicado peinado y sombrerito, se unió al baile. Ana, erigida en jefa de la fiesta, la aceptó y dijo a todos: “Esta es Doña Pilar y aunque es una ricachona es una de las nuestras”. “Doña Pilar” era Pilar Calvo, natural de Palencia, con 16 largos años de estancia en El Puerto. Había fundado la Casa de Castilla y había trabajado de presentadora en varias televisiones locales. Enamorada del flamenco era también monitora de actividades artísticas. La acompañaba su hijo Víctor Martínez, un mocetón de 24 años, actor.

En la espera, charlando, se van haciendo amigos. José Antonio Luna, trabaja en Puerto Sherry, asiste todos los días al rodaje, le gusta y piensa repetir si tiene ocasión para hacerlo. Javier Vidal, su amigo, al que entre ellos llaman el “Subdirector”, otros dos “colegas”, Manolo Suano y Alberto. Comemos juntos, nos sentamos a la sombra, en los tendidos en las largas esperas y charlamos. Ignacio Valimaña, Nacho, no para de hacer fotos. También es amigo de todos. Con su bigotito recortado y su sahariana celeste se le ve en todas partes. Tiene una página “web” donde todos tratamos de encontrarnos en alguna de las fotografías que allí guarda. Mercedes Algeciras Ferrero tiene 48 años. Es cuatro veces abuela y sus sueños de actriz se quedaron apartados en un rincón mientras actuaba de esposa, madre y abuela. Quedaron lejos los días en que, con solo 16 años, actuaba junto a Paco Teja en el Teatro Principal de El Puerto de Santa María. Fue año y medio de actuaciones, de comienzo de una carrera que se truncó como tantas y tantas otras, pero los sueños permanecen y esta ha sido la oportunidad para revivir un poco aquellas ilusiones juveniles.

Por fin nos dieron las primeras órdenes de trabajo. Debíamos dirigirnos a una calle próxima a la bodega. Nos encontramos un cruce de calles estrechas con blancas casas con balcones engalanados con banderas españolas, portalones, rejas y en las paredes, carteles de películas de la época y anuncios de productos ya olvidados. Atravesando la calle, de balcón a balcón, cuerdas con banderolas y farolillos. Nos dijeron que aquello era Linares y que estaba celebrando su feria. Llenábamos la calle. En un extremo, un “Buick Eight”, color azul, descapotable, todo un clásico de la época. Al volante, Penélope Cruz. Dos mecánicos tratan de mantener el coche preparado para la escena y evitar que se “calase”. Penélope está nerviosa. Yo estoy a lado suyo de pié, junto a otros muchos, fuera del coche. “Me da miedo acelerar y atropellar a alguien”, nos comenta. Se supone que acaba de enterarse de la cogida y trata de llegar a la Plaza de Toros, pero la multitud le impide avanzar. En un determinado momento, abandona el coche y continúa a pié, abriéndose paso entre la gente que disfruta de la Feria ajena al drama.

Penélope, aparte de guapísima, está muy simpática. Saluda y sonríe a todo el mundo y se presta a hacerse fotos con todos los que se acercan a ella. Ana, la de la juerga, pasa una y otra vez ante ella con su padre, un hombre mayor, de pueblo, con sonrisa inocente. Una de las veces no aguanta y le dice: ”Penélope, perdone Vd. que es que mi padre quería conocerla”. Penélope les sonríe y les da la mano.

Este hombre de pueblo, mayor aunque no tanto, un anciano a pesar de todo, como Gregorio, como José Antonio Macías, de sonrisa inocente, no era, naturalmente, padre de Ana. Era Francisco Sena García de 72 años. Fue al “cásting” junto a Gregorio Otero González, apenas 60 años, marinero jubilado, José Antonio Macías Mena, 84 años, exnovillero y José Mª. Bohórquez Delgado, 42 años, en paro, inducido como los otros por una “voluntaria social”, Mila, de “Sol y Vida”, un comedor benéfico situado en la calle San Bartolomé. Allí acuden hombres y mujeres desasistidos, sin arraigo familiar, necesitados de un lugar donde sentirse personas, comprendidas, respetadas. Francisco Sena García, el anciano de pueblo de sonrisa inocente, acude acompañado de un hijo. Otros dos se han quedado en el camino, rotos por la droga. José Antonio Macías cuenta orgulloso que el Ayuntamiento ha publicado una página sobre él en una revista.

Gregorio, al que algunos llaman “Palustre”, tiene un cuerpo retorcido como los troncos viejos de los acebuches. De su estrecha cintura parten unas piernas que parecen ignorarse y que a no ser por la ayuda de una muleta que nunca le abandona le harían, inevitablemente, caer al suelo. Como en los colegios, hay niños crueles, hombres adultos en este caso, que disfrutan poniendo en evidencia al mas débil, al que mas desapercibido quiere pasar y en las horas de espera ó de descanso después de comer ó antes de comenzar el rodaje, siempre se oía una voz que en tono provocador y ofensivo, gritaba “!Palustre! y ante la indiferencia de Gregorio, el grito se repetía una y otra vez, como pidiendo la complicidad de otros para todos juntos, reirse del enfado de Gregorio que casi siempre terminaba en pié, muleta en ristre, amenazante, buscando entre los adormilados y aburridos figurantes, al autor de los gritos.

La escena del “Buick” conducido por Penélope Cruz entre la gente que llena las calles de Linares durante la Feria, se repite varias veces, siete, ocho, no se. Después de cada toma, la voz de Jorge Calvo, Ayudante de Dirección: ”Todos a sus posiciones iniciales”. Menno Meyjes, el director, es alto, muy alto, delgado, siempre con un “foulard” rodeándole el cuello. Él nunca se dirige directamente a los figurantes. Habla con Robert Yeuman, el cámara. Da instrucciones sobre el encuadre, da instrucciones a los actores y después le transmite a Jorge como debe organizarse el plano, el atrezzo, los figurantes y Jorge lo pone en práctica. Jorge ya ha hecho de Ayudante de Dirección en otras películas, como “El Portero”. Dice que lo peor de esta película es la difícil relación con el Director. No mala, pero difícil, tensa. Cuando al final la voz de Jorge dice: ”Chequeando….¡Es correcta!. Compañeros, hemos acabado”, un estruendo de aplausos pone fin al esfuerzo realizado.

Ya en el autobús, de regreso a Vestuarios, los muchachos de figuración nos indican que los que hemos recibido aviso para presentarnos al día siguiente, deberemos de hacerlo en la Calle Valdés a las diez de la mañana. Va a ser una escena con pocos figurantes, apenas treinta.

Efectivamente es un día tranquilo. Se trata de formar parte de los aficionados que a la salida de los toros, siguen a Manolete que abandona la plaza en coche en compañía de Lupe Sino. Todos quieren tocarlo, hacerle una foto, verle. La cámara va en el interior del coche, junto a Adrien y Penélope y a través de los cristales filma a los aficionados que le persiguen, que le gritan lo grande que es y que le piden un autógrafo. Como siempre, la escena se repite varias veces. Hay que correr detrás del coche, pegados a los cristales. A cada toma se hace mas difícil y los figurantes perseguimos el coche con menos ímpetu. Finalmente se escucha la esperada voz de Jorge: “Chequeando…¡Correcta! Hemos terminado”….. Hemos terminado la escena, pero no la jornada. Entramos en los talleres profesionales de SAFA que es donde se ha organizado la zona de descanso y los comedores. Allí nos concentraremos los próximos días que rodemos en el interior del Coso taurino. Las horas, lentas, calurosas, aburridas, se prestan a la conversación, al intercambio de opiniones. De forma espontánea se organiza otra fiesta, se canta, se baila, se cuentan chistes, el encargado de la capilla de la Aurora, convertido en elegante y serio señor aficionado a los toros, se arranca en medio del corro de palmeros y da unos inspirados capotazos al ritmo de un Alegre pasodoble. Los chicos y chicas del “casting” se suman a la juerga. Les encanta el ambiente que siempre se respira entre el numeroso grupo de figurantes y muchas veces tratan de integrarse en él. A las siete de la tarde nos dicen que ya no haremos nada ese día pero al día siguiente debemos estar en el Vestuario a las siete de la mañana. Va a ser un día duro.

Casi quinientas personas nos reunimos en el Vestuario. Cada uno ya sabe su número de percha y de 5 en 5 ó de 10 en 10, nos van haciendo pasar. Nos vestimos y después pasamos a engrosar las largas colas de peluquería y maquillaje.

Todo el equipo de Figuración nos atiende. Pertenecen a una subcontrata, “Agencia 2.001”. Son todos chicos y chicas de entre 25 y 30 años, Penélope, Raquel, Virtudes, Mamen, Elena, Luís, Raul… La Jefa es Ángela, una asturiana de Gijón que sabe como hablar al personal, como elevarle la moral. Dice que somos los mejores figurantes con los que nunca ha trabajado. La palabra “compañeros” es la mas usada para dirigirse todos ellos a nosotros. Luís y Raul suelen hacer de “pastores”. Deben de conseguir que nos mantengamos todos juntos, tanto en vestuarios, como en los autobuses ó en los lugares de rodaje ó de descanso. Aunque estemos horas sin hacer nada, ninguno puede abandonar el lugar en el que se encuentra el grupo. Ángela es delgada, inquieta, siempre jugando con una pequeña pelota a la que golpea una y cien veces con los pies, las rodillas, la cabeza ó los hombros intentando que no se caiga al suelo.

Ya nos vamos conociendo todos. Somos como personajes del “Gran Teatro del Mundo”. Llegamos cubiertos con una piel y cuando salimos nos miramos unos a otros como sin reconocernos. Hay casos en que el traje ha coincidido con la personalidad del que lo usa y el resultado es perfecto, lógico. Luís Garrido Quijano, abogado del Ayuntamiento, ha pedido unos días de vacaciones. Es un señor y hace de señor. No tiene que actuar. Lo pasa muy bien y dice que si hay mas rodajes, repetirá. Mi gran amigo, Paco González Luque, Catedrático de Historia del Arte, por el contrario, no soporta las largas esperas, la sensación de sentirse secuestrado, el no poder darse un salto a su casa, a escasos cien metros, para tomarse un “cafelito”. Va dos días y no vuelve. Inés Baena Ríos, de Jerez, con 30 años ya de estancia en El Puerto. Es ama de casa y fue al “casting” animada por su hijo. Le cansan las largas esperas pero si hubiera mas rodajes, repetiría. Nuria Contreras tiene 32 años y mide 1,75, pero con tacones supera el 1,80. Cuando llega por las mañanas es una chica joven, moderna, que prepara oposiciones para policía local. Después de pasar por vestuario, peluquería y maquillaje, es una señora de porte impresionante que llama la atención y de hecho la llama tanto que la colocan en todos los ángulos posibles. Ella y su amiga Margarita, las dos elegantísimas, formaban una pareja espectacular y resultaba muy fácil localizarlas entre los 500 figurantes sentados en los tendidos. Juana González, conocida presentadora de las televisiones locales de El Puerto es también una elegante señora a la que podríamos llamar “la dama de rosa”. Con solo cambiarle el sombrero puede pasar de un tendido en la plaza de toros de México a una barrera en la de Bilbao, porque en la Plaza de toros del El Puerto se han filmado para la película corridas en México, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Jerez ó el mismo Puerto de Santa María.

Había que rodar unas escenas en la Plaza de Toros de Méjico y se montó un tendido que simulaba ser de aquella plaza. Otras escenas correspondían a una corrida en Barcelona y los anuncios colgados de las barandillas de los balcones cambiaban como por encanto invitando al consumo de productos catalanes ó vascos cuando el tendido simulaba ser de la Plaza de Toros de Bilbao. En el Palco de Honor, el Escudo nacional del Régimen, con el águila –la gallina, decían algunos- y muchas banderas rojas y negras con yugos y flechas. Como no podía ser de otra manera, en el Palco, las fuerzas vivas de la ciudad. El Alcalde, el representante de las fuerzas armadas, un coronel, damas de la buena sociedad, entre ellas, Nuria con mantilla blanca y peineta y otra señora, elegantísima, también con mantilla, negra en su caso, a la que habíamos visto en Sanlúcar con una bata, moño y una espuerta en la mano. Era Maribel Campos de El Puerto de Sta. Mª. Para completar el cuadro, varios falangistas con uniforme.

El figurante elegido para se el coronel situado en el palco, es Francisco Tierno Mateos, camionero, de 66 años. Tiene un porte y una voz que da perfectamente el papel. Le encargan que en un momento determinado mire con los prismáticos a Penélope Cruz que está en una barrera. Por lo visto es una mujer a la que conviene vigilar por sus antecedentes familiares y sus amistades. Otro militar es Eugenio Noceda, de Vigo, hace de Capitán. Lleva 3 años viviendo en Jerez y ya ha participado en el rodaje de “Lola”. Uno de los falangistas es Jorge Luís Borrego. Le llaman el Pibe. Es argentino. Para él lo de falangista, ni por edad ni por nacionalidad, significa nada. Trabaja en una pizzería y fue al “casting” de Carmona. Allí no le llamaron pero le dijeron que si quería ir al Puerto le darían un puesto. Y se vino. Otro falangista es Jorge Luís. Ya estuvo rodando en Carmona. Ahora está en El Puerto.

La espera se hace larga. El Sol aprieta fuerte. Los chicos y chicas de Figuración reparten constantemente agua fría y pasan entre los figurantes botes de crema solar para protegerse. También entregan paraguas plegables. En el ruedo preparan las cámaras, los focos, los toldos sujetos a grandes armazones y elevados por grúas para dar sombra a algunas zonas. Espartaco da instrucciones. Juan Echanove entra y sale del ruedo y cada vez que lo hace la gente le dedica un aplauso. Es evidente que le encanta. Hace gestos al resto del equipo, encogiendo los hombros y abriendo los brazos como diciendo “que quereís, me quieren”. De repente empiezan a sonar las palmas y la gente empieza a cantar. Suena a Carnaval. Isabel Brenes, de Cádiz, es una de las animadoras. Estaba de visita en El Puerto en casa de unas amigas cuando se enteraron del “casting”. Se divierte mucho. De repente se escucha una voz joven potentísima. Es Guillermo Lora, 23 años, del Coro de Julio Pardo, uno de los que mejores voces tiene de todo el Carnaval, dice con orgullo. Vive en Puerto Real. Cuando se “pica” saca la voz y tira pa´rriba aunque se rompa la garganta. Ya ha estado de figurante en “Besos para todos”, “Muere otro día”, “El Capitán Alatriste” y ahora esta, “Manolete” y en Agosto, otra mas, “La Carta Esférica” para la que espera que también le contraten.

En el ruedo está ocurriendo algo. José Antonio Macías Mena, uno de los tres ancianos del rodaje, aquel que les decía que había sido novillero en los años 80 compitiendo con Riverita, Mateo ó El Niño de Tejada, ha bajado al ruedo y provisto de un capote se ha puesto a dar pases jaleado por todo el público que llena el tendido y por el equipo técnico, incluido Espartaco. Los aplausos, los ¡olés! y los gritos de ¡torero!, ¡torero!, le hacen vivir un instante de gloria, corto pero intenso.

A las doce los muchachos de Figuración reparten bocadillos y refrescos. En los tendidos se oye fuerte y vibrante la voz de Ana: “¡Doña Pilar, míe Usté!, ¡de jamón!, ¡A las ricachonas, de mortadela!, ¡Nosotras jamón!.

En los tendidos hay varios guardias civiles, de los de antes, con tricornio. Uno de ellos es Manuel Malpartida Morilla. Fue taxista. Ahora vende electrodomésticos en “El Paseo”. Está emocionado con su traje. Su suegro, ya muerto, era guardia civil. Sus dos cuñados también. Llegar a casa y decirle a su mujer que por unos cuantos días él también era guardia civil fue una gran satisfacción. Su mujer se emocionó mucho.

Por fin se empiezan a rodar. Manolete está toreando. Penélope en la barrera. Con la ayuda de Espartaco da pases, de pecho, manoletinas, entra a matar. Todo sin toro. La cámara solamente le retrata de medio cuerpo. Desde los tendidos, los figurantes, público, debe de jalear la faena, gritar ¡Olé! A cada paso, aplaudir, levantarnos como impulsados por un resorte, pero la cosa no funciona. Adrien no tiene ese “pellizco” que hace falta para que el público reaccione. A Jorge se le ocurre poner a Cari, la auxiliar de dirección, a dar los pases para conseguir que reaccionemos adecuadamente. Cari es una romana rotunda, de generosas proporciones, siempre sudorosa por el calor, con ropas ligeras que deja caer con desaliño porque le estorban. Con ese aspecto tan poco taurino, da los pases que Jorge le pide y la cosa funciona. Los ¡Olés! salen espontáneos y seguros de las gargantas de todos nosotros. Dos muchachos de campo, entusiasmados por la faena del torero, le regalan unas palomas. Adrien coge una en cada mano, cruza los brazos sobre el pecho y después los eleva al cielo dejando volar a las palomas. Esto es lo que se pretende pero la cosa resulta complicada. La escena se repite hasta veinte veces. Las palomas no vuelan, se limitan a dar un saltito y se quedan en el hombro ó en la cabeza del torero. Finalmente se consigue el efecto deseado y la voz de Jorge repite “Chequeando…¡Es correcta! Compañeros, hemos terminado”.

A la salida de la Plaza de Toros veo a Penélope Cruz en el Callejón haciéndole fotos a Gregorio, el Palustre. Al día siguiente le pregunto que como ha sido eso y él me dice que es que ya la conocía, que la había visto una vez en Madrid y se lo había dicho. “¡Y como no ha venido a verme antes!” había dicho ella. Luego le había preguntado si no le importaría que le hiciese unas fotos. Quería llevarlas a Nueva York para que las vieran los americanos.

El siguiente día también rodamos en la plaza de Toros. Penélope Cruz en la barrera junto a Cayetano Rivera Ordoñez. Manolete en el ruedo. Se ve claramente que no le gusta la compañía que se ha buscado Lupe Sino. Penélope y Cayetano se van. Hay que rodar la escena desde diferentes ángulos. Algunos figurantes deben de entrar, otros salir.

Aún hay varios días mas de rodaje en la plaza de toros. Escenas con toros de verdad. Agustín de Espartinas “dobla” a Adrien Brody. Es curioso ver al joven diestro con gruesos lunares pintados en el rostro. Son las referencias necesarias para que los especialistas en efectos digitales coloquen la cara del actor en lugar de la del joven torero. La faena es complicada porque se torea de “mentirijillas”. No hay sangre, las banderillas no pinchan y el estoque no mata. La cámara se sitúa dentro de un contenedor blindado para protegerla de las embestidas del toro. De repente el toro, que no entiende de cine, ni de trucos, arremete contra las tablas y se cuela en el callejón con el consiguiente susto para los que allí están que corren alarmados hacia los tendidos.

Al día siguiente, domingo, no se rueda. La próxima semana no se requieren figurantes. Se rueda en el nº 124 de la Calle Larga. Es la casa de Doña Angustias. También rodarán en los jardines de la antigua discoteca Joy Sherry. Por allí paseará triste el torero.

A finales de esa semana nos llamaron para rodar el martes y miércoles siguientes.

En el rodaje de esos dos últimos días se incorporó Paco Crespo, el conocido actor portuense y hombre relacionado con todas las actividades teatrales de El Puerto de Sta. Mª. Cuando le llamaron estaba de gira con “Miles Gloriosus”, la obra que él protagoniza. Estaba en Cuenca y después se fue a Portugal. Ahora le habían vuelto a llamar y no había desaprovechado la oportunidad aunque a las cinco de la mañana debería salir para Lérida para continuar la gira.

Desde el primer día tuvimos con nosotros a una joven pareja realmente encantadora. Ella era Maribel Baza Espinosa, de 23 años, él, David Toro Ordoñez, de 19. Ambos de Dos Hermanas. Ella trabaja en un vivero, él es estudiante. En Carmona se enteraron del rodaje de la película pero allí no había sitio para ellos. Ni cortos ni perezosos se vinieron a El Puerto donde tuvieron que alquilar una habitación de un Hostal. Pronto se hicieron conocidos y queridos por todos. Eran como la pareja del Romance Anónimo que canta Rafael. No eran primos como en el Romance Anónimo, ni siquiera novios, “solo amigos”, dice Maribel y David sonríe. El muchacho no se despega de ella desde que llegan hasta que al final del día se van. Ella es muy guapa, podría ser actriz, a lo mejor quiere intentarlo. Cada día la visten de manera diferente, pero siempre está guapa y él siempre la mira como embobado. “Solo amigos”, dice ella y él sonríe.

El día siguiente es duro también. Otra vez a la plaza de toros, pero solos. Ya no está Penélope. Ya no está Adrien. Solo el equipo técnico y nosotros, los quinientos figurantes. Debemos de rodar reacciones ante las distintas faenas del torero. Aplausos, ¡olés!, broncas, gritos de ¡Torero¡, ¡Torero!.

Entre toma y toma la gente se anima y forma otra juerga. Los miembros del equipo técnico, Director incluido, se convierten ahora en espectadores y se unen desde el ruedo a la fiesta. Tocan palmas, se ríen, aplauden. Se descarga tensión, se relajan los ánimos y se vuelve al trabajo.

El miércoles 12 de Julio fué el último día de rodaje. Fue un día emocionante. Nos habían dicho en varias ocasiones que cuando fuesen a rodar el Funeral a Carmona iban a intentar que les dejasen llevarnos a nosotros en autobuses como figurantes. Por lo visto estaban encantados con nosotros. Pero cambiaron los planes. El Director descubrió el Castillo de San Marcos y pensó que era el lugar ideal para celebrar el funeral. Desde la bodega de la calle Valdés fuimos todos caminando hasta el Castillo y allí, en la bodega Caballero, esperamos el momento del rodaje. El féretro estaba en la pequeña capilla acompañado por los mas allegados. Después se formó la comitiva.

El Sacerdote con la cruz en alto acompañado de dos monaguillos abría el desfile. Detrás, la cuadrilla llevaba a hombros el ataud. Tras él, Juan Echanove con Doña Angustías. Detrás gente llorando, casi toda de luto. Algunas mujeres llevan flores. Diego Cancela, ingeniero informático, treinteañero de El Puerto, lleva una de las coronas de flores. Se presentó al “casting” cuando estaban a punto de cerrar el último día. Lo hizo para acompañar a su hermana cuyas amigas se habían presentado anteriormente. Ni a su hermana ni a sus amigas las llamaron. Solo a él. Nunca pensó que celebraría su 31 cumpleaños rodando una película. A la Salida del Castillo, un grupo grande de gente esperamos la salida del cortejo. Todo está en silencio. Desde lo alto de las almenas del Castillo tiran pétalos de rosas. Alguno, al pasar la cruz, se santigua. Otros tocan el féretro. Es un momento de gran emoción. Santiago segura está desencajado. Su aspecto físico no tiene nada que ver con ese “cutre” al que últimamente nos tiene acostumbrados. Lo mismo que Juan Echanove y por supuesto, Doña Angustias. La comitiva debe salir varias veces, como siempre. Después de cada plano, unos hombres recogen los pétalos del suelo para volver a utilizarlos. La escena resulta del gusto del Director: “Chequeando….¡La toma es correcta! Compañeros, hemos terminado.” Aplausos, huele a despedida. Nos reúnen en el patio interior del Castillo, hombres a un lado, mujeres a otro. Formamos dos abultadas filas. Desde lo alto de la escalera, Cari corta las filas en dos “Desde el hombre de sombrero y bigote, hasta el final ¡A casa!, desde la mujer de mantilla y cuello blanco hasta el final ¡A casa, compañeros!. El resto pasar a la bodega. Os daremos un bocadillo y refrescos. Tenemos que esperar a que anochezca. Otra vez la larga espera, los corrillos, los cambios de impresiones, los comentarios.

Cuando empieza a caer la tarde nos llevan en fila a la calle La Palma. Desde las 7 Esquinas hasta la calle Sol, el suelo está cubierto de arenas y algunos hombres esparcen con escobas. La unión de la plaza Juan de la Cosa con la calle La Palma está cortada por barandillas tras las cuales numerosos personas esperan para ver el rodaje. Nos sitúan en la zona mas próxima a las 7 Esquinas y allí colocan a unos enfermeros con una camilla donde yace el torero ensangrentado. Los enfermeros, ayudados por hombres de la cuadrilla llevan en volandas al torero hacia la calle Sol donde se supone que está la enfermería. Todos corremos junto al herido. Estamos nerviosos, angustiados, es una lucha contra el tiempo. El torero se desangra. La cámara, quieta espera al final de Palma, pasada Juan de la Cosa, cerca del Palacio Valdivieso y una y otra vez ve acercarse al tumultuoso grupo acompañando al torero. “Chequeando….¡Correcta! Hemos terminado…¡Hemos terminado la película!”. Se había dado la última vuelta de manivela. Aplausos, Jorge se sube a una escalera y nos dice “Compañeros, el Director está emocionado. Quiere daros las gracias a todos y deciros que sois el mejor equipo de figuración que jamás ha dirigido!”.

Espartaco sube a Menno Meyjes a sus hombros y lo lleva entre aplausos a la Plaza Juan de la Cosa. Otros hacen lo mismo con Jorge y con Yeuman y hasta con Juan Echanove. Nos hacemos fotos. Todo el equipo se concentra ante la puerta de la farmacia. Se abrazan, algunos lloran. Es el final, la despedida. José Antonio Macías Mena aprovecha para estirar su delgado cuerpo y dar unos pases con un inexistente capote ante el grupo. A lo lejos, perdiéndose por la calle La Palma hacia las 7 Esquinas, se aleja la figura inconfundible de Gregorio con sus andares en tres tiempos, en una difícil sincronía entre sus dos piernas y su muleta. En un rincón, David y Maribel, abrazados, contemplan la escena. La gente empieza a marcharse y el silencio vuelve a este rincón de El Puerto de Santa Mª., al Castillo de San Marcos, a las 7 Esquinas, a la calle La Palma, a la calle Sol, al Palacio Valdivieso, a la plaza Juan de la Cosa, que por una tarde se han convertido en Estudios de Cine.
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Por : Jesús Almendros (Puerto de Santa María) - Cádiz

3 comentarios:

  1. Buenos días, mira querías hacerte un preguntita.... mi padre tambien hizo de extra en la peli de manolete, aqui en Alicante, pero como es un poco mayor y la verdad no se lleva muy bien con la tecnologia, no llego a apuntarse bien la web en la que aparencen las fotos de los extras... y simplement saber si sería posible que me lo pasaras para que las pueda ver. Espero un respueta,te dejo mi email:laloka@caramail.com gracias, Silvia

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  2. Saludos. Estupendo comenatrio del evento! ja ja ja Soy el capita Eugenio, el militar. Felicidades, muy bueno!

    Mas fotos en figurantes/filmacionManolete buscandolo en google.

    Que buenos ratos! y que calooor!!. No lo hicimos por dinero... Por cierto: se estrenará algun dia en España????

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  3. HOLA QUERIDISIMO COMPAÑERO,ME HA EMOCIONADO MUCHO LEER TODO ESTO,PORQUE A PESAR QUE ASE YA BASTANTE TIEMPO DE ELLO,NUNCA HABIA VISTO ESTA PAGINA,HE SENTIDO MUCHA ALEGRIA,EMOCION,CARIÑO POR TODOS USTEDES A LOS QUE RECUERDO MUCHISIMO,COMO TODOS LOS MOMENTOS QUE VIVI ALLI CON USTEDES,ME HAS ECHO VOLVER EL TIEMPO ATRAS Y RECORDAR LO FELIZ QUE FUI,HASTA LAS LAGRIMAS SE ME CAEN.
    TE FELICITO POR ESTE REPORTAJE TAN MARAVILLOSO.
    UN BESO MUY GRANDE.
    AHM QUERIDO AMIGO MI APELLIDO ES BOZA NO BAZA JEJJE PERO AUN ASI ME HA ENCANTADO EL APARTADO,NO SABES CUANTO,DE NUEVO FELICIDADES.


    MARIBEL BOZA ESPINOSA

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