jueves, 28 de febrero de 2013

LA RUEDA


Tras casi un año después de su gran estreno el 19 de abril de 2012 en el teatro municipal Pedro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María, Producciones Varadas estrena en la red el cortometraje LA RUEDA. El corto, que tiene una duración aproximada de 15 minutos, es una adaptación de un cuento de Jesús Almendros. A continuación dejamos los datos de este corto y agradecemos a todos los implicados en este proyecto ya que trabajaron de manera desinteresada.
SINOPSIS DE “LA RUEDA”
UN HOMBRE MAYOR, IMPEDIDO Y CON PÉRDIDA DE MEMORIA, ES INGRESADO POR SU FAMILIA EN UNA RESIDENCIA. ES UN LUGAR TRANQUILO Y AGRADABLE; ALLÍ PASA SUS DÍAS, SENTADO AL SOL Y ESCUCHANDO LA MÚSICA DE MOZART, QUE CONTINUAMENTE SUENA POR LOS JARDINES. DE VEZ EN CUANDO VAN A VERLE PERSONAS A LAS QUE ÉL NO RECONOCE PERO QUE LE HABLAN COMO LO QUE SON, SERES MUY CERCANOS A ÉL, QUE LE CONOCEN MUY BIEN Y LE QUIEREN. UNA DE ESTAS PERSONAS ES SU NIETO, QUE QUIERE SER PINTOR, PERO NO PUEDE PORQUE SU PADRE LE OBLIGA A ESTUDIAR ARQUITECTURA.  TAMBIÉN ESTÁ SU HIJO, APAREJADOR, QUE DISFRUTA DE BUENA POSICIÓN Y QUE NO PUEDE OLVIDAR QUE EN SU JUVENTUD QUISO SER CANTANTE, COSA QUE SU PADRE, QUE AHORA LE MIRA SIN PODER RECORDAR AQUELLO, NO SE LO PERMITIÓ.
ANIMADO POR SU NIETO, NUESTRO PROTAGONISTA INTENTA ESCRIBIR PARA RECORDAR. LA ESCRITURA ERA SU PASIÓN, Y SU MAYOR ILUSIÓN ERA PODER PUBLICAR SU PROPIA NOVELA, COSA QUE NUNCA PUDO REALIZAR POR LA IMPOSICIÓN DE SU PADRE. ÉSTE LE OBLIGABA A QUE SE DEDICARA EN CUERPO Y ALMA A SUS ESTUDIOS Y NO PERDIERA EL TIEMPO EN VELEIDADES LITERARIAS.
UNA MISMA HISTORIA REPETIDA DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN COMO SI DE UNA RUEDA, LA RUEDA DE LA VIDA, SE TRATARA.
ÉL NO SABE QUE SU HIJO ES SU HIJO, NI SU NIETO SU NIETO, NI SIQUIERA SE RECONOCE A SI MISMO. SE LIMITA A ESCUCHAR A MOZART, A SENTIR EL CALOR DEL SOL SOBRE SU ROSTRO Y VER CADA DÍA UNA PELÍCULA, “CON LA MUERTE EN LOS TALONES”, COMO SI CADA VEZ FUERA LA PRIMERA.
 REPARTO:
 Abuelo                                                    Enrique Miranda
Padre                                                      Manuel Morillo
Madre                                                     Lola Teja
Nieto                                                       Fernando Sánchez
Novia nieto                                           Inés Bernal
Auxiliar residencia                             Eliana Muñoz
Director residencia                             Jesús Almendros
FICHA TÉCNICA:
 Guión, Dirección y Montaje             Jesús Almendros, Mikel Gil y Sergio Ceballos
Dirección de fotografía                      Javier Ríos
Música                                                   W. A. Mozart
Música créditos finales                     Mikel Gil y Amaya Blanco
Camarógrafo                                       Javier Ríos
Técnico de sonido                              Mikel Gil
Ayudante de sonido                           Jana Coro
Efectos especiales                              Migue Arias
Ayudantes de producción                Antonio Gil y Javi Coro
 AGRADECIMIENTOS:
 Residencial para mayores “La Torre”
Ana Rodríguez (Psicóloga del centro)
Residentes, Familiares de los mismos y Trabajadores
 Emisora local de El Puerto de Santa María “Radio Puerto F.M.”
 Fotoplanet
 Algarabía International Solutions
 Proyecto áSILO
 Señores de Blanco García
 Taller de teatro I.E.S. Juan Lara
 Olvido Producciones
En especial, el apoyo de Quique Miranda








domingo, 25 de noviembre de 2012

jueves, 7 de julio de 2011

“EL FRACASO DEL POETA”

Fue a los 65 años cuando Alberto se dio cuenta de que era un fracasado. Bueno, en realidad hacía mucho tiempo que lo sabía, pero no se había parado a pensar en ello, siempre lo había dejado de lado. Ahora si. 65 años eran muchos años. Ya no quedaba tiempo para hacer planes de futuro. Lo hecho, hecho estaba y lo no hecho, sin hacerse quedaría. Ya era tarde. Sintió angustia, desasosiego, pena de si mismo. Había malgastado su vida, la única vida que tenía, ¡su vida!. ¡Que torpe había sido!. Al principio, cuando aún era joven, se engañaba a si mismo diciéndose que habría tiempo para todo, que lo primero era lo primero, que ya habría tiempo para sus cosas y el tiempo se agotaba y “sus cosas” se habían quedado sin hacer. Se vio reflejado en el espejo. Vio sus ojos empañados por la emoción, por la tristeza, pero ¡Ya era tarde para lamentaciones!. Tendría que asumirlo. A fin de cuentas sería como tantos otros, como la inmensa mayoría de hombres y mujeres que nacían, crecía, amaban, trabajaban, envejecían y morían. Millones y millones de hombres y mujeres como él, pero él un día se había creído distinto, se había creído un creador, un artista, un poeta. ¡Cuán equivocado estaba!. Él era uno mas, como esos millones de personas que cada día transitaban por sus vidas y que finalmente morían y de los que al cabo de un tiempo ya nadie se acordaba. Aquel día precisamente era el de su jubilación. En el espejo vio que una lágrima se deslizaba por su mejilla. ¡Había desperdiciado su vida! Y era su vida, suya, de nadie mas y la única. Ya no había marcha atrás, no podría hacer las cosas de otro modo, todo estaba consumado.
Alberto recordaba sus años de juventud cuando con 18, 19 o 20 años, soñaba con ser un poeta. Recordaba su correspondencia con otros jóvenes de su edad y con sus mismas ilusiones, sus primeros escritos, sus primeros poemas, ¡con cuanta ilusión se los intercambiaban él y sus amigos!. Cada uno era de un lugar distinto, Bilbao, Barcelona, Alicante, San Sebastián, Gijón o, como él, de Cádiz. Pero todos confluían en Madrid. Allí iba de vez en cuando y se reunía con otros aprendices de poeta como él. También les gustaba, a él también, el cine y además de poesías escribían críticas y comentarios en las revistas de aquella época como Film Ideal o Nuestro Cine. Eran admiradores del Cine Americano y de los clásicos como D.W. Griffit y repudiaban el cine intelectual europeo salvo, quizás, a Godard.
Un día apareció José María Castellet del que todos tenían referencias y empezó a hablar con ellos. Pretendía escribir un libro que incluyese poemas de todos ellos, de los mas mayores como Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión o José María Álvarez, que serían los “Senior” dentro del libro y Félix de Azúa, Pedro Gimferrer, Vicente Molina Foix, Guillermo Camero, Ana María Moix, Leopoldo María Panero y él, Alberto Sandoval, que serían la “coqueluche” dentro del libro, que llevaría por título, “Diez poetas novísimos”.
En Madrid visitaba frecuentemente, casi siempre en compañía de su amigo Vicente Molina Foix, al poeta Vicente Alexandre en su casa de la calle Velintonia nº 3 que se convirtió en una especie de santuario al que acudían jóvenes poetas en busca de la palabra reconfortante del viejo poeta.
Y de repente todo cambió para él. Su novia le comunicó que estaba embarazada. Ella tenía 18 años, él 20. Estaba de tres meses y pronto sería imposible ocultarlo. Se lo dijeron a sus padres. Aquello fue para todos un gran disgusto. Su familia era muy religiosa y muy conservadora. No podían enfrentarse a la vergüenza de que su hija tuviese un hijo sin estar convenientemente casada y mucho menos, por supuesto, podían pensar en un aborto. La vida de un ser humano era sagrada, intocable. Aquella pasó a ser la principal preocupación de Alberto. La literatura, el Arte, las amistades intelectuales, todo pasó a ocupar un segundo lugar. Él no trabajaba, no había trabajado nunca. Quería a su novia y pensaba casarse con ella. Ese no era el problema. Se habría casado con ella de todas formas, pero no tan rápidamente, no con tanta premura y no con vergüenza y a escondidas. El padre de su novia le dijo que había hablado con un íntimo amigo suyo que tenía negocios de construcción en Venezuela y que le había ofrecido para él un puesto de administrativo en sus oficinas. Esa sería la solución. Se casarían en una ceremonia íntima, a las siete de la mañana, sin invitados y después se irían a Venezuela. Allí nacería el niño y a los amigos y familiares no se lo dirían hasta nueve meses después de la fecha de la boda. En un par de años podrían volver y ya nadie se acordaría ni de su boda ni de su viaje. Todo sería normal. A la vuelta él ya tendría una experiencia y no le costaría trabajo encontrar un trabajo. Y sin apenas darse cuenta se encontró en Venezuela con su mujer embarazada. La verdad que ambos se aclimataron pronto a las costumbres de aquel país. No ganaba mucho pero lo suficiente para vivir, pagar un alquiler, permitirse algún capricho. La vida en Venezuela era muy distinta y las relaciones entre los empresarios y los trabajadores, también. En un par de ocasiones tuvo que resolver los problemas causados por la muerte de dos obreros a manos del capataz de las obras que siempre acudía al trabajo con una pistola al cinto y cuando hacía falta usarla no tenía ningún reparo en hacerlo. y sin darse cuenta fue pasando el tiempo. Nació una niña que les llenó de alegría. Se crió bien, sin contratiempos, con buena salud. Después tuvieron otro niño. Él se veía obligado a trabajar de sol a sol. Tenía que hacer todas las horas extras que le proponían. Quería ahorrar para al cabo de un tiempo volver a España. Allí había dejado muchas ilusiones y muchas cosas empezadas que sería necesario terminar alguna vez. No tenía tiempo para escribir, pero tenía muchas ideas y de vez en cuando las anotaba en un cuaderno para cuando tuviese tiempo de sentarse tranquilamente y escribir, escribir, escribir…… ¡lo que a él mas le gustaba del mundo!. A los tres años pudieron permitirse unas vacaciones en España. Era caro y aquello iba en contra de los planes de ahorro que se habían planteado, pero necesitaban respirar, ver a la familia y a los amigos. Se fueron en avión. Pasaron un mes entero en España. Abrazos, reencuentros, promesas y recuerdos que les salían al paso en cada esquina. Pero nada era ya igual. Intentó ponerse al habla con sus amigos poetas pero los notó distantes. No eran los mismos que él recordaba. Castellet había sacado el libro de poesía, pero en vez de “Diez poetas novísimos”, había salido como “Nueve poetas novísimos”. Había sido un éxito. Se dio cuenta de que había perdido el tren, que se había quedado atrás. Terminó sus vacaciones y se volvió con su mujer y sus hijos a Venezuela. Y sin darse cuenta pasaron treinta años. Toda una vida. Su hija se casó con un joven venezolano, arquitecto. Era un buen chico y tenía mas ilusión por instalarse en España que ellos mismos, por eso cuando decidieron volver a casa, ellos se animaron y se vinieron con ellos. En la época en que volvieron a España, la situación económica era buena y el trabajo abundaba. No le costó mucho a su yerno ponerse a trabajar ni regularizar su situación en España, pero las cosas nunca vienen completas y siempre hay algo que hace enturbiar las buenas situaciones. La mujer de Alberto se murió después de sufrir durante años a causa de un cáncer y él y su hijo se fueron a vivir con su hija y su marido. Ellos también habían tenido una niña que se integró sin problemas en el colegio y en el barrio. Era una niña encantadora. Ya tenía ocho años y era educada, aplicada en el colegio, llena de buenos sentimientos y extraordinariamente inocente. No pensaba mal de nadie y eso les daba miedo. Era muy confiada.
La gente del barrio empezó a hablar de un hombre raro que deambulaba por el parque y por los alrededores del colegio. Tendría unos cuarenta años, era alto, delgado, no mal parecido pero con aspecto enfermizo y barba de varios días. Decían que era un exhibicionista y que le gustaban los niños y un día ocurrió lo que tanto habían temido todos los habitantes del barrio. Alguien fue a decirle a Alberto que habían visto a su nieta de la mano de aquel hombre adentrándose en el parque. Sin saber como lo hizo, Alberto recorrió todos los caminos del parque en un santiamén hasta que los descubrió. La niña se resistía a seguir al hombre y él, cogiéndola con fuerza de un brazo, tiraba de ella. Alberto corrió hacia ellos y al verle, el hombre echó a correr y la niña fue a refugiarse en los brazos de su abuelo, llorando.
Los padres de la niña y el propio Alberto, pensaron que la niña no se había dado cuenta del terrible peligro que había corrido. Desde entonces se esforzaron en vigilarla mucho mas y trataron de convencerla de que tuviera mucho cuidado con los extraños y que no hablase con ninguno ni aceptase nada de lo que le ofreciese. Y ahora, allí, frente al espejo, con 65 años recién cumplidos, se veía como un viejo frustrado, un poeta que no llegó a serlo, un artista domesticado que vivía con una exigua pensión bajo la tutela de su hija y de su yerno. ¡Que lejos quedaban sus años de rebeldía y ansias de libertad!. Se sentía inútil y le daba la sensación de que su vida no había valido para nada y a nadie había interesado. Que si él desapareciese como su mujer, nadie le echaría de menos. Era un león domesticado, un viejo sin ambiciones que vivía una vida burguesa, acomodaticia y gris. Hoy le tocaba ir al colegio de su nieta. Era la fiesta de fin de curso y sus padres no podían ir.
Se fue con la niña de la mano y ya en el colegio la dejó con sus compañeros preparando las actividades que iban a hacer para entretener a los padres y demostrarles lo listos que eran, lo graciosos, lo bien que cantaban y bailaba. Alberto se sentó en una de las sillas dispuestas para los familiares, cerca del escenario. Habían ido temprano y había podido escoger un buen sitio. Al cabo de un rato empezó la fiesta. Era como todas las fiestas de los colegios. Músicas pegadizas, niñas y niños que ejecutaban coreografías preparadas con ilusión por los profesores, algún niño que recitaba una poesía y de vez en cuando un descanso para que los padres comprasen algo en el bar instalado por la Asociación de padres o en la tómbola instalada por una ONG para conseguir fondos para los niños de la India. Casi al final de la fiesta le tocó el turno a los niños del curso de su nieta. Alberto ya estaba cansado y deseaba que aquello acabase cuanto antes. Se trataba de que las niñas y niños leyesen los trabajos que habían escrito sobre su héroe favorito. Uno hablaba de Supermán, otro de El Guerrero del Antifaz, otro de Spiderman, otro de Los increíbles y así todos uno tras otro hasta que le tocó el turno a su nieta.
La niña se acercó al borde del escenario con las hojas en la mano y tras unos momentos de duda en los que buscó entre los asistentes a su abuelo, tras comprobar que se hallaba allí sentado, comenzó a leer:

“Mi héroe favorito no es ninguno de los que salen en los tebeos o en las películas. Un día yo estuve en peligro. Un hombre malo intentó hacerme daño. Tiraba de mi y trataba de llevarme con él a un sitio oscuro al fondo del parque, donde hay tantos matorrales y los árboles apenas dejan pasar la luz y cuando ví lo que aquel hombre trataba de hacer, grité y no aparecieron para defenderme ni Supermán, ni El Guerrero del antifaz, ni Spiderman ni los Increibles, quien apareció fue mi abuelo que se lanzó sobre él como si fuera un joven y cuando el hombre malo me soltó y salió corriendo, mi abuelo se lanzó tras él hasta alcanzarlo y se cayeron los dos al suelo y el hombre malo trataba de escapar y mi abuelo no lo dejaba y le daba puñetazos en la cara hasta que apareció un guardia y al ver lo que estaba ocurriendo, se acercó corriendo hasta ellos y cogió al hombre malo y le puso unas esposas y se lo llevó con él y entonces mi abuelo me abrazó y me miró por todas parte a ver si el hombre malo me había hecho algo y después me llevó a casa y no dijo nada de lo que había ocurrido y yo tampoco dije nada aunque después fue la policía a mi casa y todos se enteraron de lo que había pasado, pero cuando estábamos cenando yo le miraba a él y él me miraba ami y nos sonreíamos sin decirnos nada, por eso para mi, mi héroe favorito es mi abuelo que es mas fuerte y mas valiente que ninguno y que yo le quiero mas que a nadie en el mundo…………”.
La niña siguió leyendo durante un largo rato su cuento y Alberto sentía un nudo en la garganta y una fuerte opresión en el pecho y cuando la niña terminó la gente estalló en un fuerte y prolongado aplauso y poniéndose en pie, todos vueltos hacia él, le sonreían y parecían querer pegarle con sus aplausos en su rostro y en su cuerpo, como si cada aplauso fuese un abrazo, una palmada en la espalda o unas “gracias” sinceras y sentidas por su valor y por haberles librado de aquel peligro.
Cuando terminó la fiesta, todo el mundo fue a saludarle y a felicitarle y él veía a su nieta que cogida de su mano le miraba con orgullo y él también se sentía orgulloso. Había conseguido la admiración del barrio y lo que era mas importante, la admiración y el cariño de su nieta. Cuando llegaron a casa y fue al cuarto de baño a lavarse las manos, se miró en el espejo y el hombre que vio no era el poeta fracasado que había visto por la mañana, era el abuelo feliz que tenía una nieta a la que adoraba, que le admiraba y le quería. ¿Fracasado él? ¡Vamos, hombre!. Triunfador en toda regla en lo mas importante, en lo que al menos a él mas le importaba, el cariño de los suyos y el aprecio y la simpatía de las gentes sencillas del barrio, personas como él que trabajaban para sacar adelante a sus familias, gentes normales, no artistas ni poetas, simplemente hombres y mujeres que nacían, vivían y morían como aquellos a los que cantaba Miguel Hernández.




Jesús Almendros
Puertos de Santa María - (Cadiz)

martes, 22 de marzo de 2011

QUE MUNDO LE VAMOS A DEJAR A NUESTROS HIJOS?

Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1933), profesor y escritor español conocido por su análisis de la crisis económica actual.

Leopoldo Abadía (autor de " La crisis Ninja ") dice en su artículo:

Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos.

Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que "Dios les coja confesados".

Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación.

En muchas de mis conferencias, se levantaba una señora (esto es pregunta de señoras) y decía esa frase que me a mí me hace tanta gracia: "qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?"
Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir "qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?"

Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido:

"y a mí, qué me importa?!"
Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.

Yo era hijo único. Ahora, cuando me reuno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64.

Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz. Y me exigieron mucho.

Pero qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:

1. La guerra civil española
2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Corea
5. Vietnam
6. Los Balcanes
7. Afganistán
8. Irak
9. Internet
10. La globalización

Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro.

Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? Si no se lo podían imaginar!
Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.

Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.

A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales. Lo que por ahí se llama "buena gente".
Porque si son buena gente harán un mundo bueno.

Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación:
que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás,
que sean generosos. . . .

En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.

Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho qué hijos íbamos a dejar a este mundo.
A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar.

Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.

Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas.

Pero lo fundamental es lo otro: los padres.

Ya sé que todos tienen mucho trabajo, que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la tele basura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado.
Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.

Leopoldo Abadía.

P. D . :

1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.

2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.

3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.





domingo, 30 de enero de 2011

Murió un Maestro y se fue a las puertas del Cielo

Sabido es, que los Profes siempre van al cielo.
San Pedro buscó en su archivo, pero últimamente andaba un poco desorganizado y no lo encontró entre el montón de papeles, así que le dijo: Lo lamento, no estás en listas..
De modo que el Maestro se fue a la puerta del infierno, rápidamente le dieron albergue y alojamiento.
… Pasó el tiempo y el Profe se cansó de padecer las miserias del infierno, así que se puso a diseñar un Proyecto y un PAC, organizó un Órgano Colegiado, un AMPA, un CEP y manos a la obra: a realizar mejoras... Con el paso del tiempo, ya tenían certificaciones en varias áreas: infierno libre de humo, aire acondicionado, inodoros automáticos, escaleras eléctricas, centro de computo, techado en el patio, recuperación de cuotas atrasadas, círculos de lectura, grupos de alfabetización, todo tipo de becas, festivales, etc., etc., etc. Y así, aquel Maestro se convirtió en la adquisición más rentable en millones de años para el infierno...
Un día Dios llamó al Diablo por teléfono y con tono de sospecha le preguntó: "Y qué, ¿cómo están por ahí, en el infierno?".
- ¡Pues estamos de puta madre! (contestó el diablo); estamos certificados como ibres de humo, con aire acondicionado, inodoros con drenaje mediante sensor infrarrojo, escaleras eléctricas con control automático de carga, equipos electrónicos para controlar el ahorro de energía, internet inalámbrico, festivales y desfiles… Apunta mi dirección de email: eldiablofeliz@ infierno.com por si se te ofrece algo.
- Entonces, Dios, ya mosqueado, preguntó: ¿Qué, acaso tienen un Maestro ahí?
- Y el diablo contestó: ¡SI!
- Entonces Dios le dijo: ¡Pero eso es un enorme error! Los Profesores siempre van al cielo; eso está escrito y resuelto para todos los casos… tienen el cielo ganado. ¡Me lo mandas inmediatamente!
- ¡Ni loco!, (dijo el diablo). "Me gusta tener un Maestro en plantilla en esta organización; así que me voy a quedar con él eternamente".
- "Mándamelo o... ¡TE DEMANDARÉ!"
- Y el Diablo, le contestó por la tremenda carcajada que soltó: ¿Ah Sí? ¿De dónde vas a sacar un abogado o fiscal o juez o político o alcaldesa o administrativa o hasta cura?, ¡si todos los tengo aquí!

Moraleja ¡
hay que entender a los profes; amarlos, bendecirlos y dar gracias a dios por haberlos creado!

sábado, 22 de enero de 2011

SESENTA EN EL SIGLO XXI

Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años.
Es una generación que ha pateado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales el hecho de envejecer.
Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del siglo veinte para dar identidad a una masa de niños desbordados en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entónces dónde meterse, ni cómo vestirse.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta y pico, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura rioplatense le dio durante décadas al concepto del trabajo. Esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganó la vida con eso.

Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante. Trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando su madre sólo podía obedecer, y de ocupar lugares en la sociedad que su madre ni habría soñado con ocupar.

Esta mujer pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo y en determinado momento de su juventud en el que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad.

Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido masculinas, otras eligieron tener hijos, otras fueron atletas, o crearon su propio "YO S.A.". Pero cada una hizo su voluntad.
Reconozcamos que no fue un asunto fácil .

La gente de sesenta maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escribe, y se ve, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del teléfono para contactar con sus amigos y les escriben en e-mail sus ideas y vivencias.
Por lo general están satisfechas de su estado civil y si no lo están no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto . A diferencia de los jóvenes los "sexagenarios" conocen y ponderan todos los riesgos.

Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona y toma nota.
La gente grande comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo...

Ellos no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un Armani, ni ellas sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de éso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
Hoy la gente de 60, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, por que la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben.
La gente de 60 y pico de hoy, celebra el sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo... Quizás, por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los de sesenta en el siglo XXI.
Recibido por e-mail
Anónimo.



sábado, 25 de diciembre de 2010

LOS REYES MAGOS SON VERDAD!!!

Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Papa?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido
- Es que... -titubeó Blanca
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca .
- Entonces no lo entiendo. papá.

- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.

Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

- Cuando el Niño Jesus nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme:
¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas.
Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero. no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papá.. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

Feliz Navidad

viernes, 24 de diciembre de 2010

SERVICIO COMUNITARIO - EL PELUQUERO

Un día, un florista fue al peluquero a cortarse el pelo. Luego del corte pidió la cuenta y el peluquero le contestó:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El florista quedó agradecido y se marchó. Cuando el peluquero fue a abrir el negocio, a la mañana siguiente, había una nota de agradecimiento y una docena de rosas en la puerta.
Luego entró un panadero para cortarse el pelo, y cuando fue a pagar, el peluquero respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El panadero se puso contento y se fue. A la mañana siguiente cuando el peluquero volvió, había una nota de agradecimiento y una docena de donuts esperándolo en la puerta.
Más tarde, un profesor fue a cortarse el pelo y en el momento de pagar, el hombre otra vez respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El profesor con mucha alegría se fue. A la mañana siguiente, cuando el peluquero abrió, había una nota de agradecimiento y una docena de diferentes libros, tales como ' Cómo mejorar sus negocios' y 'Cómo lograr el éxito'.
Entonces un diputado fue a cortarse el pelo y cuando fue a pagar y el peluquero nuevamente dijo:
- No puedo aceptar dinero. Esta semana estoy haciendo un servicio comunitario.
El diputado contento se alejó. Al día siguiente cuando el peluquero fue a abrir el local, había una docena de diputados haciendo cola para cortarse gratis.

Esto, querido amigo, muestra la diferencia fundamental que existe actualmente entre los ciudadanos comunes y los miembros del Honorable Congreso de la Nación.
Por favor, en las próximas elecciones, vota con cuidado...

Atentamente,

EL PELUQUERO



lunes, 29 de noviembre de 2010

MONTAR EL PORTAL DE BELEN CON ARREGLO A ESTOS TIEMPOS


¡¡¡ERE en el PORTAL DE BELEN!!!

Mañana quiero empezar a poner el belén (o los belenes) en mi casa y, como estoy en crisis, las decisiones que voy a tomar son las siguientes:

Pastores. Para nadie es un secreto que en todos los belenes hay más pastores que ovejas. Parece absurdo, pero siempre ha sido así. Por supuesto, me veo obligado a deshacerme de todos, menos uno. Instalaremos pastores eléctricos (cercas electrificadas) con el fin de controlar a las ovejas y, una vez instalado, se plantea la posibilidad de sustituir, en breve, al pastor por un perro con experiencia.

Personajes gremiales. Es sorprendente la cantidad de artesanos que puede haber en un belén: el herrero, el panadero, el de la leña, el carpintero (haciendo una desleal competencia a San José, que se ha cogido baja paternal), el tendero,... y sin embargo es, también, sorprendente ver los pocos clientes que hay. La decisión que hemos tomado es despedir a todos los artesanos. Es duro, pero no ha quedado otro remedio. En su lugar hemos contratado a un chino, que en un pequeño comercio fabricará y venderá todos los objetos que vendían los artesanos. (Si el chino decide subcontratar 15 menores para sacar el trabajo es un tema en el que no nos debemos meter).

Posadero. El chino se hará cargo también de la posada. Además, últimamente habían llegado quejas de atención al cliente por parte de José y María. La posada podría funcionar con el sistema de cama caliente.

Lavanderas. Que manía tienen en los belenes con lavar la ropa, con lo fría que debe estar el agua, con tanta nieve!!! Se suprimen los trabajos de lavanderas, que además eran ocupados siempre por mujeres. Cada uno se lavará su ropa en los ratos libres, potenciando así la equiparación de sexos en cuestión de tareas domésticas.

Ángel anunciador. Suprimidos casi todos los pastores, no tiene sentido la figura de un ángel anunciador. Se sustituye por un anuncio luminoso, en donde además podremos anunciar las ofertas del chino.

Castillo de Herodes. A Herodes le mantengo en su puesto. No es que haga mucho, pero manda, y no es cuestión de ponerse a despedir directivos. Soldados, me quedo con dos por razones de seguridad (que bastante calentita está la zona) pero los externalizo. Los contrataré por medio de Prosegur Castillos, para que me presten servicio como guardas de seguridad. Ahorro en costes fijos y gano en flexibilidad.

Paseantes varios. Es sorprendente ver la cantidad de personajes que abundan en un belén sin hacer nada, absolutamente nada. Todos despedidos. Esto lo teníamos que haber hecho hace tiempo.

Paseantes con obsequios. He observado que otro grupo de paseantes, algo menos ociosos, pero no mucho más productivos, se dirige hacia el portal con la más variada cantidad de objetos. Uno con una gallina, otro con una oveja, otro con una cesta, otro con un atillo (¿qué llevará el misterioso personaje del atillo?).

Puesto que todos tienen el mismo destino, organizaremos un servicio de logística, para rentabilizar el proceso. Despediremos a todos los paseantes, uno de ellos se quedará con nosotros por medio de ETT, y con ayuda de un animal de carga recogerá las viandas cada tres días y las acercará al portal.

Reyes Magos. Por supuesto con un solo rey es más que suficiente, para llevar el oro, el incienso y la mirra. Eliminamos dos reyes, dos camellos y los pajes. Posiblemente nos quedemos con el rey negro para no ser acusados de racistas, además es posible que quiera trabajar sin que le demos de alta. Tengo que estudiar, también, la posibilidad de dejar tan solo el incienso y vender el oro y la mirra a otra compañía, ya que debemos de reducir al máximo la inversión en regalos de empresa.
Mula y Buey. La única función de estos animales es dar calor. Esta función será desempeñada por una hoguera, que gasta menos combustible. Realizaremos un assessment center con los dos animales, y el que lo supere trabajará como animal de carga en el servicio de logística antes citado.

San José y la Virgen María. Está más que demostrado que el trabajo que hacen ambos en el portal puede ser desempeñado por una sola persona y evitamos dos bajas de maternidad/paternidad. Por razones de paridad nos quedamos con la Virgen María y, lamentablemente, tenemos que despedir a San José (con lo que había tragado el hombre en esta empresa).

El niño Jesús. A pesar de su juventud tiene mucho potencial, y además parece ser que su padre es un pez gordo. Le mantenemos como becario con un sueldo de mierda, hasta que demuestre su valía.

El Belén queda pues de la siguiente forma: Un pastor, con ovejas en un cercado, un chino con un comercio/posada de 24 horas, Herodes y dos guardas subcontratados, un paseante,por ETT, con la mula (o el buey) haciendo repartos, el rey negro (ilegal), la virgen y el niño.

Va a ser más soso que otros años, pero me he ahorrado un montonm de guita…!!!


lunes, 22 de noviembre de 2010

“LIBERTAD ES MI NOMBRE”

Juan, un joven de quince años, paseaba como todos los días a orillas de la mar por la suave arena de la playa, cerca de las rocas. Le gustaba sentir como las olas rompían a sus pies. A veces mariscaba sin demasiadas expectativas de obtener nada importante, solo pretendía pasar un rato. Camarones, cañaillas, bígaros y alguna almeja era todo lo que conseguía echar al pequeño cubo con el que iba a las rocas y con lo que después, en casa, su madre hacía una sopa que comían ellos dos solos pues su padre y su hermano luchaban contra los franceses y hacía tiempo que estaban fuera de casa. De pronto, Juan vio que algo, o al menos eso le pareció, se movía en la entrada de la cueva que había en las rocas, a una cierta altura. No era un lugar al que se llegara fácilmente. Él había entrado en ella varias veces pero subir hasta allí tenía bastante peligro. No era un lugar al que parejas deseosas de encontrar un lugar apartado, fueran habitualmente. De hecho, él nunca había visto a nadie allí dentro, por eso le extrañó ver aquella sombra. Para satisfacer su curiosidad, a falta de otra cosa mejor que hacer, empezó a escalar las rocas hasta que consiguió llegar a la cueva. Con precaución, sin penetrar en ella, miró hacia su interior pues siempre existía la posibilidad de que algún huido de las tropas invasoras o algún contrabandista armado se hubiese refugiado allí, pero no vio a nadie, sin embargo tenía la sensación de no estar solo. De forma sigilosa entró despacio en la cueva adaptando su vista a la oscuridad del interior. aquello era mas propio de aquellos relatos, aquellos cuentos de misterios, brujas y milagros que algunas noches, al amor de una acogedora lumbre, les contaba su abuelo a él y a su hermano cuando en Cádiz aún había tiempo para pensar en misterios, en brujas y en milagros.
De pronto, en un rincón, acertó a ver una niña, una hermosa chiquilla de apenas dieciséis años, bellísima, sencillamente vestida, con pelo corto, mejillas sonrosadas y una mirada limpia y deslumbrante. Estaba acurrucada en el fondo de la cueva y le miraba entre asustada y esperanzada, con una sonrisa en los labios.
Después del susto y de la primera impresión, Juan se atrevió a preguntarle quien era y ella con una voz vibrante y cantarina le contestó que no se asustara, que al principio siempre ocurría eso, que todos sentían miedo al verla, pero que ella era sencilla y buena. Se llamaba Libertad y según le contó al muchacho llevaba muchos años, siglos, de país en país, de Pueblo en Pueblo, acudiendo a las llamadas que le hacían. Ahora también había escuchado su nombre a gritos. Cuando la conocían, la llenaban de atenciones, de cuidados, pero siempre llegaba un momento en que parecía molestar, estorbar a aquellos que la habían llamado. Había unos personajes siniestros que siempre se encargaban de enfrentarla a sus amigos, de ponerles en su contra. Eran el Poder y el Dinero. Ellos convertían en enemigos suyos a sus amigos por eso ahora quería advertirle a Juan que si quería que ella se mantuviese para siempre con ellos, con Juan y con su pueblo, con Cádiz y con España, debería de prevenirse contra ellos. No bastaba con que la ayudasen y la acogiesen. Ella les ayudaría, les conduciría a la victoria pero debería de conseguir que todos sus amigos, todo el pueblo, se comprometiese por escrito, con sus ideales, con esos ideales que ahora les llevaban a la lucha.
Juan se llevó consigo a Libertad y empezó a convocar a sus amigos, a su padre y a su hermano y a todos sus conocidos y estos a sus amigos y así, unos a otros. Al principio le escucharon con extrañeza, incluso con desconfianza. Pero ¿qué cosas decía aquel muchacho?, ¿Se habría vuelto loco?. Del Mentidero a La Viña, del Pópulo a San Carlos, de la plaza Fragela a Santa María. Todo Cádiz tuvo ocasión de escucharle, de oírle hablar de aquella Libertad que había encontrado en la playa, de unos ideales, de unos anhelos. Hablaba a la gente con tanta convicción en lo que decía que no podían por menos que escucharle. Se empezó a correr la voz, Juan había venido a hablarles de un sueño de Libertad, a la que había encontrado en la playa, pero nadie en realidad sabía que era lo que quería de ellos, para que les llamaba hasta un día en que todo cambió cuando en la bodega del Ventorrillo del Chato, camino de La Isla, rodeado de sus amigos y de muchos hombres, mayores y jóvenes, que habían acudido allí atraídos por el entusiasmo con el que el muchacho los había convocado. En aquella bodega decían que por las noches, cuando los gaditanos no se atrevían a salir de casa, los soldados franceses acudían a beber y a escuchar las canciones de las artistas que allí solían ir a cantar sus coplas y hasta decían que muchas noches, soldados franceses y gaditanos habían coincidido y habían bebido juntos y juntos habían escuchado las canciones de aquellas hermosas mujeres y juntos habían gozado de su compañía.
Juan se presentó ante todos con la niña, Libertad, que permanecía abrazada a él. Todos quedaron boquiabiertos ante aquello que tenían ante sí. Nunca antes habían pensado en ello pero ahora que la tenían delante la emoción les hacía un nudo en la garganta y de los ojos de algunos de aquellos hombres endurecidos por la guerra y las desgracias de la opresión del invasor extranjero, se desprendían lágrimas de emoción, emoción contenida durante mucho tiempo, esperando algo que no sabían lo que era y que ahora afloraba, tomaba cuerpo y les daba seguridad de que realmente era cierto que su lucha estaba justificada, que luchaban por algo que merecía la pena luchar y morir si fuera necesario. Como en sueños habían oído a veces hablar de ella, en murmullos a escondidas habían oído su nombre y ahora estaba allí , ante ellos, ofreciéndose para conducirles a la victoria, para ponerse a la cabeza de todos ellos, para justificar sus sacrificios y sus esfuerzos. Hombres del campo, rudos, de piel curtida por el sol y los vientos de Levante y de Poniente, marineros acostumbrados a luchar cada día con la mar para arrancarle unos frutos que dieran de comer a sus hijos, comerciantes hartos de comprobar como las ganancias de muchas horas de trabajo, de esfuerzo y de ahorro se las llevaban los ejércitos invasores que necesitaban acopiar comida y bebida para las tropas y medios para mantenerlos acampados esperando órdenes sin que se sublevasen contra sus propios jefes. Todos esperaban anhelantes las palabras de aquel muchacho, de Juan. ¿Sería verdad que aun podía haber esperanza?. Era solo un chiquillo temerario y presuntuoso, es verdad, pero llevaba algo en sus palabras que inspiraba confianza, llevaba un nombre, y una niña, Libertad. Ella les dijo que aquello que ahora les movía, debería de quedar plasmado en un escrito para que cuando, pasado un tiempo, todos estuviesen convenientemente instalados en la nueva sociedad que surgiría tras la victoria, no se arrepintiesen de los compromisos adquiridos, no renunciasen a ellos en beneficio propio, no se volviesen corruptos y para ello era preciso que todos firmasen un compromiso, que la soberanía no correspondía a ningún poder extranjero sino a la propia Nación Española entendida como la reunión de todos los ciudadanos. También debería de quedar clara la separación entre quienes hicieran las leyes y quienes las ejecutaran y finalmente las aplicaran. Los ciudadanos deberían de elegir libremente a Diputados que les representasen en una Asamblea, Las Cortes. Todos tendrían derecho a escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de tener que pedir permiso para ello. Se respetarían los derechos de todas las personas y nunca se utilizaría contra ellas ni el tormento ni el apremio. No se podría privar a ningún individuo de sus derechos ni imponerle pena alguna por hacer uso de ellos, salvo que afectasen a la seguridad del Estado. No podría ser allanada nunca la casa de ningún español y ningún español podría ser juzgado por causas civiles o criminales por ninguna Comisión, sino por un Tribunal competente. Todos estaban entusiasmados con la idea de dejar tal como ella quería, escritos sus compromisos en un documento al que llamarían Constitución y así lo manifestaron y prometieron y, finalmente, se reunieron todos, con Libertad a la cabeza, en el Teatro de La Isla y después en Cádiz, en la Plaza de San Antonio y se comprometieron con sus firmas a no renunciar nunca a todo aquello por lo que estaban luchando y la pequeña Libertad fue creciendo y haciéndose grande y fuerte y al frente de todos se enfrentó a los invasores, a sus enemigos y junto con ellos, con su apoyo y su fe en ella, les hizo frente y entre todos, todos juntos, les vencieron.
Nunca supo nadie de donde había venido o quien la había dejado en aquella playa ni por qué siendo mujer y tan joven sabía tantas cosas sobre las leyes y sobre los derechos universales de los hombres, pero eso poco importaba porque ella sería siempre para todos, Libertad, su Libertad.
Juan, sentado en la arena de la playa, miraba al mar. Ya no tenía miedo ni necesidad de alistarse en el Batallón de Tiradores Voluntarios como su padre y su hermano. Ahora sabía que su pueblo era dueño de su destino. La gente volvería a cantar, a confiar en los vecinos sin pensar que cada uno de ellos podría ser un traidor, un afrancesado, que le denunciase. Su abuelo podría volver a contarles cuentos de brujas, de misterios y de milagros porque ahora todos sabían que los milagros eran posibles y los misterios solamente cosas mas difíciles de entender que las cosas sencillas, pero una vez entendidos, también sencillos como la Vida, como el Hombre, como la Naturaleza.


Por: Jesús Almendros Fernandez - Puerto de Santa María (Cádiz)


sábado, 23 de octubre de 2010

126 - PENSAMIENTOS Y REFLEXIONES

EL HOMBRE

¿QUIÉN soy yo?.

A esta pregunta podría responder diciendo, o escribiendo, mi nombre y apellidos, o mostrando mi D.N.I. o mi N.I.F, o narrando mi biografía, resumida o extensa,….
Ése SOY YO.

¿QUÉ soy yo?.

Respuesta fácil, precisa y rápida: “soy un ser humano”.

Pero alguien podría preguntar y exigir más precisión: “¿y qué es ser un ser humano?.

Respuesta fácil, precisa y rápida: “un miembro de la especie Homo Sapiens”.

Pero ese alguien podría seguir preguntando, puesto que él, tú, yo y todos los que aquí estamos somos tan diferentes pero al mismo tiempo somos igualmente miembros de la especie Homo Sapiens, “¿qué tenemos, todos nosotros, en común?”.

Respuesta fácil, precisa y rápida: “Tenemos en común “la naturaleza humana”.

Y ese alguien, más osado, puede seguir preguntando: ¿“qué es la naturaleza humana”?

Entonces no tendría más remedio que hacer lo que hace, decir lo que dice, el filósofo Jesús Mosterín: “Léase y medítese este libro que acabo de publicar y que lleva por título LA NATURALEZA HUMANA, ya en la Colección Austral, en edición de bolsillo, muy barata y muy completa.

KANT, el gran filósofo de la Ilustración, en sus Lecciones de Lógica, en 1800, dice que todo el amplio campo de la filosofía (no en el sentido académico, que sería toda la Historia de la Filosofía) sino en el sentido cósmico o mundano, se podría reducir a responder a estas cuatro preguntas:

1.- ¿Qué puedo CONOCER?.
2.- ¿Qué DEBO hacer? (o mejor, ¿Cómo DEBO OBRAR?).
3.- ¿Qué me cabe ESPERAR?.
4.- ¿Qué es el HOMBRE (el ser humano)?.

En el fondo, en definitiva, -agrega Kant- cabría atribuir todo eso a la Antropología, pues las tres primeras preguntas remiten a la 4ª.

Pero seamos sinceros, o justos, ¿Qué se podría decir de la Antropología Filosófica en el siglo XIX, dada la ausencia de datos y de conocimientos científicos sobre el hombre?.
Sin saber nada, o casi nada, sobre el cerebro, sobre los genes, sobre las neuronas, sobre ancestros prehumanos, sobre evolución, sobre paleoantropología… ¿qué podría decirse de la naturaleza humana sino mucho de mitología, de religión, de tradición, de historia…., de lo que otros han dicho sobre la naturaleza humana.
A fin de cuentas la Antropología, en sentido cósmico o mundano, queda reducida, para Kant y para cualquiera del siglo XIX y anteriores, a Antropología en sentido académico.
Pero hacer una Historia de la Antropología no es, realmente, Antropología.
Decir sobre el hombre lo que otros han dicho sobre el hombre no es, realmente, conocer al hombre, sino sólo conocer sus opiniones.
La Antropología necesita, se basa en datos y conocimientos científicos. Y hoy los tenemos, antes no. Hoy sí podemos hacer una Antropología porque hoy sí sabemos bastante (nunca todo) y podemos responder a esa 4ª pregunta.

Desde siempre se ha dicho y repetido que es esencial, para el hombre, poder responder a las tres preguntas claves, definitivas, últimas:
1.- ¿De dónde venimos?.
2.- ¿Qué somos?.
3.- ¿A dónde vamos?.

Durante casi dos mil años se ha respondido de la misma manera:
1.- Venimos de Dios.
2.- Somos imagen y semejanza de Dios.
3.- Debemos volver a Dios.

San Agustín lo resumía en: “Fecisti nos, Domine, ad Te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in TE” (Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse, definitivamente, en Ti”.

De Él venimos (Él nos ha creado, Él es nuestro origen), a Él volvemos (Él es nuestro Fin) y mientras estamos en esta vida, temporal, “valle de lágrimas”,…. esa es nuestra misión, prepararnos para la otra, eterna, definitiva,….
La vida como tránsito, no como estancia. La vida como paréntesis temporal entre dos eternidades divinas.
“Vita mutatur, non tollitur” (misas de “corpore insepulto”).

Pero esto no es Antropología Filosófica, a lo más es Antropología Religiosa o Cristiana. Pero no es una Antropología Científica.
Hoy, con los datos que tenemos, con los conocimientos científicos de que disponemos, sí estamos en condiciones de hacer una Antropología Filosófica, basada, apoyada, en bases científicas.
Por supuesto que será, como toda ciencia lo es, provisional, temporal,…
Cuando dentro de 100 años sepamos más y dispongamos de más datos podremos hacer una Antropología Filosófica más aquilatada, más completa, porque la de hoy ya se nos habrá quedado corta.

Hoy, “grosso modo”, pero ya científicamente, podríamos responder a esas tres preguntas.

1.- ¿De dónde venimos?.
Respuesta: Venimos, por evolución, de unos ancestros comunes a otros muchos animales.

2.- ¿Qué somos?.
Respuesta: Somos una república de, aproximadamente, 50 millones de millones de células (5 multiplicado por 10 elevado a 13 (pero que, a causa de mi analfabetismo tecnológico-informático, no sé ponerlo en nomenclatura matemática) cada una de las cuales viene ya dotada con una biblioteca, llamada genoma.

3.- ¿A dónde vamos?.
Respuesta: puesto que la vida, en general, y la vida animal, en particular, es un desequilibrio termodinámico, vamos hacia el equilibrio termodinámico, o sea, hacia la muerte.

(En otra reflexión ampliaré todo esto).


Por : Tomás Morales Cañedo

jueves, 14 de octubre de 2010

125 - “BREVE HISTORIA DE UN POETA” - Epifanio Mejías -

Epifanio Mejías, Colombiano, nace en Yarumal (Antioquia) 1838 y fallece en Medellín 1913.
Con treinta años en la flor de la vida, pierde la razón y su muerte le sorprende en un manicomio en el que estuvo internado 40 años. Es inmortalizado al ser elegido uno de sus poemas como letra del Himno de Antioquía, el poema lleva por nombre “el canto del antioqueño”.
Sus versos con un alto grado de sensibilidad son transparentes, llenos de realidad, aspirando llegar a todos y cargados de una aguda sencillez, no expresan tremendismo sino una suave melancolía y nostalgia, transmiten un sentimiento de paisaje armónico, a su muerte deja más de 70 composiciones entre ellas :

- La muerte del novillo
- Las hojas de mi selva
- La ceiba de jumin
- El Canto del antioqueño.

- La muerte del novillo

Ya prisionero y maniatado y triste
sobre la tierra quejumbroso brama
el más hermoso de la fértil vega
blanco novillo de tendidas astas.

.
Llega el verdugo de cuchillo armado;
el bruto ve con timidez el arma;
rompe el acero palpitantes nervios;
chorros de sangre la maleza esmaltan.

.
Retira el hombre el musculoso brazo;
el arma brilla purpurina y blanca;
se queja el bruto y forcejando tiembla,
el ojo enturbia... y la existencia exhala.

.
Remolineando por el aire, vuelan
los negros guales de cabeza calva;
fijan el ojo en el extenso llano
y al matadero, desbandados, bajan.

.
Brama escarbando el arrogante toro
que oye la queja en la vecina pampa,
y densas nubes de revuelto polvo

tira en la piel de sus lustrosas ancas.
.
Poblando el valle de bramidos tristes
corre el ganado por las verdes faldas,
huele la sangre... y el olor a muerte
quejas y gritos de dolor le arranca.

.
Los brutos tienen corazón sensible,
por eso lloran la común desgracia
en ese clamoroso de prdeundis
que todos ellos a los vientos lanzan.


Autor : Epifanio Mejias
- Yaraumal (Colombia) - 1838/1913



.

lunes, 11 de octubre de 2010

124 - EL SABER OCUPA EL LUGAR DE LA IGNORANCIA

En la facultad de Medicina, el profesor se dirige a un alumno y le pregunta: "¿Cuántos riñones tenemos?"
"¡Cuatro!", responde el alumno.
"¿Cuatro?", replica el profesor, arrogante, de esos que sienten placer en pisotear los errores de los alumnos.
"Traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala", le ordena el profesor a su auxiliar.
"¡Y para mí un cafecito!", replicó el alumno al auxiliar del maestro.
El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala. El alumno era el humorista Aparício Torelly, conocido como el Barón de Itararé (1895-1971)
Al salir de la sala, todavía el alumno tuvo la audacia de corregir al furioso maestro:
"Usted me preguntó cuántos riñones 'tenemos'.
'Tenemos' cuatro: dos míos y dos suyos. Porque 'tenemos' es una expresión usada para el plural. Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto".

La vida exige mucho más comprensión que conocimiento. A veces, las personas, por tener un poco más de conocimiento o 'creer' que lo tienen, se sienten con derecho de subestimar a los demás...


jueves, 7 de octubre de 2010

123 - CARTA ANONIMA DE UNA PROFESORA

He recibido el siguiente e-mail y no he podido resistir a publicarlo, la carta no viene firmada es anónima, pero ahí vá tal como me ha sido enviada.


Creo, sinceramente, que difundir esta carta es casi una obligación. Gracias a quien la ha escrito y a los que la hacen circular, pinchad para ver el video...

El síndrome Belén Esteban

Como profesora, las preguntas de los alumnos que más me cuesta responder convincentemente son sobre por qué hay que estudiar cosas que a ellos les parecen inútiles o absurdas, como la Historia o la Geografía. Yo tengo claro qué me aportan a mí, pero de todas las razones que hay para estudiar estas cosas, yo les hago hincapié en lo necesarias que son estas disciplinas para comprender el mundo en el que viven: las coordenadas de espacio y tiempo, que al fin y al cabo son las que tratan la Geografía y la Historia, nos ayudan a conocer el sitio que ocupamos en el mundo y a comprender de dónde vienen todas nuestras realidades. Que todo eso les puede parecer ajeno y absurdo, pero que muchas de las cosas que estudian tienen que ver con su vida real y que, quieran o no, les afectan.

Por ejemplo, ¿quieres saber por qué tienes a tu lado a un compañero que viene de Ecuador? ¿por qué habla el mismo idioma que tú? ¿quieres entender por qué un señor, por nacer con el apellido Borbón, va a ser "rey" y el Estado Español le va a dar mucha pasta (que vendrá de los impuestos que tú pagues de mayor)? ¿por qué lo que digan unos señores europeos en Bruselas va a repercutir - y mucho - en tu vida? Todo eso es geografía. Todo eso es Historia.

Algunos entienden qué quiero decir, otros no. Yo no llevo mal las preguntas, las protestas... son críos. Es normal. Donde me desarman del todo y me dejan sin respuestas es cuando me dicen que todo eso les da igual. Que para qué quieren saber dónde está Marruecos, si no van a ir nunca. Para qué conocer el tipo de elecciones que hay en España, si ellos no tienen la intención de votar jamás. Que les resbala que haya una guerra en Irak, que media África se esté muriendo de hambre o que la Unión Europea diga "bla". Si ni siquiera les interesa eso, imaginaos lo complicado que me resulta hacer que se interesen por lo que hacían señores de hace cinco siglos, por muy apasionante que yo intente pintarlo.

Y, lo que llevo peor con diferencia, es esa actitud de orgullo con el que exhiben su ignorancia y su cortedad de miras. Esa actitud de "no sirve para nada, no me interesa. Eso que cuentas y a lo que dedicas tu vida es una mierda. Yo quiero jugar a la Play/ irme de compras al Centro Comercial y ya". La tienen conmigo, que enseño Historia, pero también con los profes de lengua, de biología, de matemáticas. El desprecio por los libros, por el Arte, por la Cultura, por las Ciencias... no es algo tan raro, y puede conmigo.

Últimamente esa actitud está más de moda que nunca. Tenemos una perfecta encarnación en la dichosa Belén Esteban, que no sabe nada, no quiere saber nada y se jacta de ello. La mala educación, la zafiedad y la ignorancia puestos en un pedestal día tras día. Todo el mundo la aplaude porque ella es "auténtica" (signifique lo que signifique eso). Conozco a mucha gente a la que le gusta ver a la Esteban y es curioso, porque hay toda clase de personas entre su público. Entre ellos, los que más me llaman la atención son dos tipos: la gente que tiene (o cree que tiene) más educación que ella y la ve como un divertimento, incluso algunos como un consuelo (yo soy mejor que ella), o los que son como ella, que han visto como la ignorancia y la mala educación también te pueden hacer triunfar en la vida y que hay que sentirse orgulloso de ello. Eso me da miedo: que se extienda y que sirva de ejemplo a más bobos, que opinen que el no saber nada es estupendo. Que el presumir de ser zafio e inculto se convierta en políticamente correcto y sea bien visto.

"Eh, que yo no quiero ayuda de nadie, que no necesito ayuda, leche" dice la Esteban en un momento de estos cuatro minutos de despropósitos. "Como yo no he pillado esa revolución -la industrial- tres narices me importa"- un argumento que podría haber empleado uno de mis peores alumnos.
En fin... lo grande es que estoy convencida de que la mayor parte del público (y muchos de los de las mesas) no tenían ni idea de que la chica estaba metiendo la zarpa hasta el fondo y más allá y reían y aplaudían porque lo decía el regidor.

Entendedme: yo no critico a la gente que no sabe. Yo no sé mucho de tantísimas cosas... tampoco creo que tenga que ser motivo de vergüenza el no haber estudiado, el no hablar correctamente o el tener lagunas de conocimiento. Lo que me revienta es la actitud contraria, la exhibición con orgullo de la ignorancia y el menosprecio a cualquier cosa que huela a sapiencia. Me duele el desprecio a la educación, en todos sus sentidos. Me duele... y me da una pena que me muero.

miércoles, 21 de julio de 2010

122 - SIEMPRE, POR SIEMPRE, PARA SIEMPRE....HOY

Ganador del "V Concurso de relatos Francisco María Arroyo Benitez" , del departamento de Educación permanente de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.



Es agradable sentir el calor del Sol en el rostro. Se está bien aquí, sentado en esta butaca en este parque tan hermoso. Escuchar el canto de los pájaros y esa música tan bonita que nos ponen. Les he preguntado de quien es y me han dicho que de Mozart. La verdad es que todo el mundo es muy amable. Me han dicho que tenemos que esforzarnos por recordar todas las cosas que hacemos, las cosas que nos suceden, las personas que vemos, lo que nos dicen, lo que comemos, lo que vemos, o sea, todo. Nos han dicho que una forma de recordar mejor es escribir. No se. Yo prefiero pensar en ello. Hoy ha venido a verme un muchacho muy joven, casi un niño. Me ha dicho que es mi nieto. ¡Que tontería!. Yo no tengo ningún nieto, pero es lo mismo. Yo le he seguido la corriente. Es agradable hablar con alguien joven. Aquí lo que mas hay, son viejos. Los viejos no me gustan, me entristecen.

Hoy ha venido a verme un muchacho muy joven, casi un niño. Me ha dicho que es mi nieto. ¡Qué tontería!, Yo no tengo nietos, pero no importa. Me gusta hablar con los jóvenes. Mucho mas que con los viejos. Ha pedido permiso para acompañarme toda la tarde. Estuvimos merendando en la cafetería y después, en el salón, nos sentamos a ver una película que ponían en la tele. Yo no la había visto y me gustó mucho. Creo que se titulaba “Con la muerte en los talones”. Era muy interesante. La cara del protagonista me resultaba familiar, pero no le conocía.

Hoy ha llovido. Me he pasado el día en el salón, como los demás, delante de la tele. Algunos prefieren recortar papeles o copias en un cuaderno unas frases que les ponen los cuidadores, pero yo prefiero ver alguna película. Hoy nos han puesto una muy bonita, “Con la muerte en los talones”, de intriga, muy emocionante. El actor principal me resultaba familiar. Creo que le he visto en alguna otra película.

Cuando llueve no salimos. Nos pasamos el día en el salón. Algunos juegan a las cartas o al dominó, pero yo prefiero ver la tele. Despues cenamos y nos vamos a la cama temprano.

Ha venido a verme un muchacho muy joven. ¡Qué gracia!. Me ha dicho que era mi nieto. Yo no he querido llevarle la contraria. ¡Qué mas da!. Me gustaría tener algún nieto pero no he tenido esa suerte.

Me ha llamado el Director y me ha dicho que mi familia vendría a buscarme para pasar el día con ellos. La verdad es que no tengo ni idea de a quien se habrá querido referir. Yo no tengo familia. Son cosas que se inventan para hacernos mas llevadera nuestra estancia aquí. Yo aquí no me encuentro a disgusto. No es que sea divertido precisamente, pero es tranquilo.

Estaba paseando por el jardín cuando ha venido un cuidador a llamarme. Por lo visto ya había llegado mi familia. ¡No tengo pensado llevarles la contraria!. ¿Qué ha llegado mi familia?. ¡Pues vamos a verlos!. Un matrimonio de mediana edad me esperaba en el despacho del Director. Eran agradables, incluso cariñosos. Me saludaron muy efusivamente, como si me conocieran de toda la vida. Me fui con ellos en un coche precioso. La señora me cogía por el brazo y me lo apretaba con afecto mientras me sonreía.
Me llevaron a un piso muy bonito y me presentaron a otras personas. Todos actuaban como si me conociera. Había un muchacho muy joven, casi un niño, muy agradable, con una sonrisa preciosa. Los jóvenes me gustan mucho mas que los viejos. Los viejos me ponen triste. Me dijeron que aquel muchacho era mi nieto. ¡Qué tontería! Yo no tenía nietos, pero era igual, no pensaba llevarles la contraria. Tengo que reconocer que pasamos un día muy agradable. Comimos todos juntos. La comida era estupenda. Después de comer nos sentamos todos en el salón. El muchacho joven, mi nieto ¡Je, Je, Je!, se sentó en un rincón frente a mi y empezó a contarme sus planes. Por lo visto tenía una medio novia. Me dijo que estaba estudiando pero que lo que a él verdaderamente le gustaba era pintar, pero con su padre no podía hablar de ese tema. Al parecer su padre se había empeñado en que el muchacho estudiase Leyes y fuera abogado como él. Pasamos un rato muy agradable. Él me comentaba lo difícil que era acertar a la hora de elegir profesión, que los trabajos estaban muy mal, que los títulos universitarios ya no eran garantía de nada, que cualquier “listillo” sin preparación alguna, podía conseguir una situación mejor que la mayoría de los universitarios, sobre todo si tenía pocos escrúpulos y en su escala de valores ocupaban los primeros lugares el bienestar económico y la aceptación social. Sabía lo que decía, aquel muchacho. Me gustaba, incluso no me hubiese importado que fuese de verdad mi nieto.

Al atardecer volvieron a llevarme al Centro. Fue un día distinto. Lo pasé bien y aquella gente me había tratado con mucho respeto y, diría yo, hasta con cariño. Si el muchacho era mi nieto y ellos eran sus padres, se supone que eran mis hijos. Él o ella, no se.

Todavía pasé un buen rato en el salón del Centro antes de irme a la cama. No cené nada, no tenía apetito. Había comido muy bien en aquella casa. Ahora lo único que me apetecía era un vaso de leche caliente.

Es agradable sentir el calor del sol en el rostro. Sentado en una butaca en el jardín del Centro se está muy a gusto oyendo los pájaros y una música deliciosa que, a través de altavoces estratégicamente situados llega todos los rincones del jardín. De Mozart me han dicho que es.

Ha venido a verme ese muchacho que dice ser mi nieto. Me gusta. Ha venido con una chica muy guapa y muy joven. Su novia, me ha dicho. Venían cargados de bultos. Yo no sabía que era lo que traían allí hasta que empezaron a montar todo aquello: Un caballete, un lienzo, una caja de pinturas…..El muchacho pensaba hacerme un retrato. Me sentaron en un lugar convenientemente iluminado donde la luz no era demasiado fuerte, pero la sombra no oscurecía mis facciones. La chica se sentó junto a mi y el muchacho empezó a pintar. Mis compañeros pasaban cerca de nosotros y miraban con disimulo. La chica me dijo que él era muy bueno pintando, pero que el padre no quería que siguiera por ese camino. A ella no le importaba que se dedicase a la pintura. Él parecía feliz y eso era lo mas importante. La chica, por lo visto, vivía con su madre, separada. El padre se había ido a vivir con su antigua secretaria, bastante mas joven que él y las había dejado a ellas, solas. La madre trabajaba y aunque el sueldo no era muy grande, juntándolo a la pensión que el padre les pasaba, les daba a las dos para vivir con un cierto desahogo.

La tarde se pasó volando. Los jóvenes prometieron volver otro día para continuar el retrato, entretanto, en casa, él iría completando partes en las que no era imprescindible mi presencia. Por la noche, en el salón, todos me preguntaba por aquella pareja joven que había pasado la tarde conmigo. Es mi nieto, les dije. Mi nieto y su novia. Creo que aquel día fui la envidia de todos.

Por las mañanas me encanta sentarme en una butaca en el jardín y sentir en el rostro el calor del sol mientras escucho a los pájaros y la música que se escucha, suave por todas partes. Es de Mozart, me dijeron. A veces leo. También me gusta pasear y sobre todo ir al cine o, bueno, ver una película en la televisión o en el DVD. Hoy he visto una que me ha gustado mucho. Yo no la había visto. Creo que se titulaba “Con la muerte en los talones”. Era muy interesante. La cara del protagonista me resultaba familiar pero no le conocía.

Hoy ha venido a verme un muchacho muy joven, casi un niño. Me ha dicho que es mi nieto. ¡Que tontería!. Yo no tengo ningún nieto, pero es lo mismo. Yo le he seguido la corriente. Es agradable hablar con alguien joven. Aquí lo que mas hay son viejos. Los viejos no me gustan, me entristecen. Ha venido con una chica muy guapa, mas joven todavía que él y me dijo que era su novia. Traían trastos de pintura, un caballete, un lienzo, una caja de pinturas. Me dijeron que me sentase en el jardín que me querían hacer un retrato. La verdad es que en el lienzo ya había medio pintado un hombre que se parecía bastante a mi. Bueno, en algo hay que pasar el tiempo y estar con gente joven es agradable, así que si quieren hacerme un retrato, que me lo hagan.

Hemos pasado la tarde juntos hablando de mil cosas diferentes. Por lo visto lo que a él le gusta es pintar, pero sus padres prefieren que estudie derecho y ejerza la abogacía como su padre. ¡Como son los padres! Dicen querer lo mejor para sus hijos y en realidad lo que les obligan a hacer es aquello que ellos prefieren, no lo que quieren los hijos con lo cual, la mayoría de los hijos se ven obligados a trabajar toda su vida en algo que no les gusta y por tanto a no disfrutar de su trabajo. Yo le he dicho que se niegue a seguir los consejos de su padre, que si lo que a él le gusta es la pintura, que pinte. La chica me ha dado la razón. Ella también prefiere verle feliz pintando y no aburrido y con la cara larga estudiando algo que no le gusta.

Hoy han venido a verme un hombre y una mujer muy símpáticos. Son una pareja de mediana edad. Han estado conmigo un buen rato. El hombre es abogado. Según me dijo, las cosas les habían ido bastante bien. Tenían una situación desahogada, no tenían deudas, su hijo era un buen muchacho que estudiaba y tenía novia. No les había dado nunca un disgusto. Según me dijo, su única pena era no haber conseguido hacer aquello que mas le gustaba en el mundo: cantar y tocar la guitarra. Por lo visto en su juventud había hecho sus pinitos como cantautor, pero su padre no le había dejado seguir aquella vocación y le había obligado a estudiar leyes, ha hacerse abogado, a elegir un tipo de vida muy distinto al que él hubiera deseado. Y el caso es que al decir esto me miraba a mí como con un cierto resquemor, como si yo hubiera tenido algo que ver con aquello. Después me sonrió y me dijo: No importa, papá. Yo se que lo hiciste pensando que eso era lo mejor para mi. Y después de todo, en cierta forma, tenías razón. No me puedo quejar de cómo me han ido las cosas. ¡Qué manía tenía aquella gente!. Uno nieto, otro hijo. No se quien faltaría por aparecer. No creo que se presente nadie diciendo que es mi mujer.

¡Qué agradable es sentarse en el jardín y sentir el calor del sol en el rostro!. Me encanta estar así, quieto, sentado en mi butaca oyendo cantar a los pájaros y esa música suave, deliciosa, que se extiende por todo el jardín. Me han dicho que es de Mozart.

Autor : Jesús Almendros - Puerto de Santa María ( Cádiz )