domingo, 5 de abril de 2009

87 - Pensamiemtos y reflexiones mes de Abril

ADÁN Y EVA en El Corán.

He dedicado todas las vacaciones de Navidad a leer El Corán. Quería contrastar ambos libros revelados. Cuando terminé de leerlo comencé a no odiar ni menospreciar tanto a la Biblia.
Si bien el Antiguo Testamento “se las trae” en cuanto “revelado”, el mensaje del Nuevo Testamento sigue fascinándome.
He dicho “el mensaje” de Jesús. Y una vez más tengo que recordar, “una vez más”, que no confundamos, sino que distingamos, entre: 1.- El Jesús Histórico; 2.- El Jesús de la fe o Cristo. 3.- El cristianismo, y 4.- La Iglesia como estructura de poder a lo largo de los siglos.
Mis lecturas iban encaminadas a estudiar el papel y el tratamiento que de la mujer dan las religiones “del libro”.
Si bien el Antiguo Testamento, sobre todo en El Levítico, “se las trae”, en el Nuevo Testamento, tanto en los 4 Evangelios como en el Primer Pablo, es digno de admiración el trato dado a las mujeres.
Como resultado de todo este afán salieron varias Conferencias, tal como aparecen en mi http://www.tomasmorales.es/,
La primera de ellas se titula “Reflexiones filosóficas sobre una manzana, la manzana de Eva”. En ellas reflexiono sobre la doble versión del Génesis sobre la aparición del hombre en la tierra: 1.- “Dios creó al hombre: hombre y mujer los creó”, y 2.- “Dios creó a Adán,….. su soledad y tristeza,….el sueño….. la costilla….. y salió Eva”. Y me preguntaba yo por el interés histórico de la jerarquía eclesiástica en incidir, machaconamente, sobre la 2ª versión, la mujer “sacada”, no creada, “para” compañía del triste varón.
Tras leer El Corán es tal mi desilusión que no acabo de comprender el fanatismo de muchos (no todos) los musulmanes hasta “morir matando” (no lo llamemos “martirio” porque no estaríamos hablando correctamente. Una cosa es dar la vida por los demás, con el objetivo de que los demás vivan más y mejor, y otra perder, desperdiciar, entregar la vida, matando a los demás, y creyendo que te espera el paraíso. Y que eso es lo que Alá quiere).
El islamismo tomó la leyenda de Adán y Eva del Antiguo Testamento y la adaptó a su manera. La creación de la humanidad se menciona en las siguientes Suras o Azoras:
4.1.: “!Hombres¡, temed a vuestro Señor que os ha creado “a partir de una sola persona”, de ella creó su pareja y de ambos sacó muchos hombres y mujeres”.
7.189.: “Él es Quien os creó de una única persona y, a partir de ella puso su pareja a fin de que conviviera con ella” o, según otra tradición “para que en ella halle reposo”.
39.8/6: “Os ha creado a partir de una sola persona; luego sacó de ella su pareja.
El varón, pues, es la creación original y las mujeres fueron (no podemos decir “creadas” sino) sacadas, hechas, posteriormente, para el placer y el reposo del varón. O, lo que es lo mismo, la inferioridad de la mujer respecto al varón, y todo esto es “Palabra de Dios”, palabra inmutable e incuestionable.
Esto dice Warraq, que pone en boca de Mahoma, “sé amable con las mujeres, porque provienen de una costilla. Y, si intentas enderezar la parte curva de una costilla, ésta se romperá; si no haces nada, continuará curva”.
También en otras Suras o Aleyas hay referencias a Adán y Eva.
2.33/35-35/37. “Dijimos: “Adán, habita tú, con tu mujer, el paraíso. Comed tranquilos donde (o cuanto) queráis, pero no os acerquéis a este árbol, pues seríais injustos (os convertiríais en pecadores). Pero Satán “los” hizo pecar y Dios los expulsó y les quitó el usufructo de aquello que tenían en el paraíso. Les dijimos: descended del Paraíso: los unos por los otros sois un enemigo. Tendréis en la tierra morada y goce temporal”.
Ese “árbol”, ¿cuál sería, el árbol de la ciencia del bien y del mal o el árbol de la vida?. Porque en el Génesis aparecen dos árboles. Si fuera el primero, él árbol del conocimiento, no sería un manzano. No habría manzana que Eva hubiera podido comer y, luego, invitado a Adán, sino una parra, la vid, de ahí que Alá haya prohibido a los musulmanes beber vino. O sea, que Alá preveía que podrían emborracharse y perder el juicio, el “conocimiento”, o, por el contrario, que en ese estado de embriaguez pudieran acceder a esa otra dimensión cognoscitiva superior. (Aunque, por lo que he leído, para otros comentaristas el árbol prohibido era una higuera). Lo que nunca hubiera podido ser era un manzano, por la sencilla razón de que en el actual Irak, donde habría estado ubicado el paraíso, no existían, entonces, los manzanos).
Lo más probable es que ese “árbol” sea el segundo, el árbol de la “vida”, al menos eso es lo que puede deducirse de 20.118/120: “pero el demonio “le” tentó. Dijo: “¡Adán¡, te guiaré al árbol de la eternidad y del señorío que no envejece”.
Es curioso. La serpiente no tienta a Eva y luego ésta invita a Adán, sino que es Adán, directamente, el que come la fruta prohibida.
Aunque en 7.19/20 dice: “pero Satanás “los” tentó…. Y dijo: “Vuestro Señor no os ha prohibido este árbol más que por temor de que fueseis dos ángeles o inmortales”.
Y más adelante, en 20.119/121, “Ambos comieron de él. Aparecieron sus vergüenzas y empezaron a cubrirlas con hojas de los árboles del paraíso”. Ambos desobedecieron, pecaron, se extraviaron, se desviaron del buen camino, pero… 120/122, “después su Señor “lo” escogió, “lo” perdonó y “lo” dirigió”.
¿Y Eva?. ¡Ah¡, no aparece, ¿todavía sigue perdida, extraviada, pecadora….?.
Dios castiga a Adán y a Eva por desobedecer sus órdenes. Siempre el gran pecado de la desobediencia de los súbditos hacia sus señores, sean cuales sean las órdenes dadas. Pero, como acabamos de ver, y a diferencia del Antiguo Testamento, en estas aleyas o versículos no hay indicio alguno de que fuera Eva quien condujera a Adán por el mal camino y fuera la causante del descarrío de ambos. Ella no aparece como la inductora. Pero la pregunta surge: ¿“por qué, después, toda la tradición musulmana creó el mito de Eva como la tentadora”?.
Al igual que en el cristianismo ella, también en la tradición musulmana, sería la causante primera del pecado en el mundo.
Según Warraq el mismo Mahoma habría dicho: “si no hubiera sido por Eva, ninguna mujer habría sido infiel a su marido”. ¿También es Eva la causante de que la vecina del 5º le ponga los cuernos a su marido con el repartidor de butano?.
¿Saben Uds. qué era el “chivo expiatorio”?.
Aquí tienen Uds. a la mujer, maliciosa y engañosa, no circunstancialmente, sino en esencia.
Ya podemos explicar por qué el mundo anda como anda, desde el principio.
Hemos dado con la solución al problema planteado.
Ya podemos descansar tranquilos.
La misoginia está servida.
Acerquémonos al banquete.
Participemos en él.
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Por : Tomás Morales Cañedo (Filósofo )
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EL LOGO-FONO-FALO-CENTRISMO

Parece como si nuestra mente estuviera estructurada según una Lógica Binaria. Verdadero-falso, arriba-abajo, derecha-izquierda, bueno-malo, inteligente-torpe,…
En el caso que nos ocupa, macho-hembra, varón-mujer (según el sexo), masculino-femenino (según el género)…
El problema no es tanto la Lógica Binaria en sí, (podíamos funcionar con una lógica trivalente: Verdadero-Probable-Falso, Arriba-Centro-Abajo,….), (incluso con una lógica pentavalente: Verdadero-Probablemente Verdadero-Dudoso-Probablemente Falso-Falso).
Lo malo no es el uso de una lógica binaria, sino lo que ella lleva atado consigo, lo que arrastra tras de sí, que es una valoración jerárquica.
Decir de alguien que “ha llegado a lo más alto” es un piropo (valoramos superior el “arriba” que el “abajo”), y así con todos los demás términos de la dicotomía.
En el tema que nos ocupa, también.
Para cada sexo (varón-mujer) le hemos asignado unos comportamientos, unas expectativas definidas, que van de la mano de los mismos, en el mismo lote.
Primero admitimos y practicamos el modelo binario (que, además, es el más fácil, el más elemental) y, a continuación, ordenamos jerárquicamente los dos términos: varón, arriba, más perfecto, más valioso; mujer, abajo, inferior, menos valioso.
Así ha funcionado nuestra cultura occidental.
Ya tenemos proclamado el “androcentrismo”.
El varón, en la parte alta de la escala valorativa, será el destinatario, al que le hemos asignado, las funciones superiores: el pensamiento lógico-deductivo (pasar de lo general, del conjunto,(que sólo él es capaz de captar) a lo particular, a la parte); él representa el pensamiento objetivo, la autoridad, el modelo a imitar y seguir, el encargado de dirigir… Él es como el “alma” del cuerpo.
La mujer, en la parte baja de la escala valorativa, será la destinataria, a la que se le asigna, sólo funciones inferiores. Pensamiento, sí, pero sólo el lógico inductivo (tiene que partir de los hechos para llegar a conclusiones generales, pero, por lo general, se queda en el camino). Suyo es el pensamiento intuitivo, muy concreto, incapaz de captar todo el conjunto de circunstancias que rodean a los hechos. De ahí que su pensamiento sea totalmente subjetivo, un “pensamiento débil” partidista, incompleto,… de ahí que debe dejarse dirigir por el varón y obedecerlo. Sumisión, obediencia, no decidir, sino pedir consejo, dejarse asesorar por el varón asesor…
Pero todo esto es el “género”, una categoría socio-cultural-ideológica, que ha sido impuesta a uno de los dos cuerpos sexuados (la mujer) por el otro cuerpo sexuado (el varón).
El binarismo ha engendrado una normatividad interesada. El “ordenador” de la ordenación sexual ha parido, juntamente con ella, la ordenación de los géneros, masculino y femenino.
Sin embargo, no está de más, recordar que, aunque se dé la inmutabilidad de los “sexos” (varón-mujer), también se está produciendo la mutabilidad de los “géneros” (masculino-femenino).
Las funciones y atribuciones asignadas, tradicionalmente, a los “géneros” están bailando continuamente.
Esta Lógica Binaria deja sin espacio vital a los “intersexuales”, a los que la naturaleza, externamente, los ha colocado en uno de los dos términos dicotómicos, pero que ellos, internamente, están/quieren estar en el otro lado. Son varones-mujeres, externamente, pero “se sienten” mujeres-varones.
El “cambio de sexo”, para ellos, es algo vital. De lo contrario sólo tienen como expectativa una vida de alienación, de sufrimiento, de vergüenza, de dolor,…
Si la “naturaleza” ha cometido un fallo (¿o ha sido la sociedad, sus dirigentes, los que sólo han interpretado lo que han visto pero no lo que realmente es y hay?) la “sociedad” tendrá que reasignarlo, reubicarlos, en un cuerpo “normal”, en el suyo, en el que les corresponde, realmente.
Los médicos con sus fármacos y los cirujanos con sus intervenciones quirúrgicas serán los encargados.
¿De verdad es la “naturaleza” y no la “sociedad” la que distribuye a los seres en dos sexos “normales” y, como consecuencia, sus respectivas “normatividades” (géneros)?.
Los griegos (sobre todo Aristóteles) habían definido al hombre como “animal racional” (“zoon logikon”).
Pero “racional” tiene dos denotaciones. Por una parte es “razón” y por otra es “palabra”. El hombre es, pues, el “animal que razona” y el “animal que habla”.
-¡Oiga! La mujer también habla, ¿no?.
Sí, pero la palabra femenina sólo es subjetiva, expresa sentimientos internos, no es capaz de representar, reflejar la realidad. Su palabra sale de ella y se queda en ella, no llega a tomar contacto con la realidad, ésta le es inaccesible, la mujer siempre se queda más acá, mientras la realidad se queda, siempre, un poco más allá.
Sólo la palabra del varón es objetiva y objetivante, entra en contacto,engancha a la realidad.
¿Dónde debe estar la palabra, la “voz” (“fono”) varonil?. Donde está la realidad de la polis, en “la plaza pública”, en el “ágora”, en la vida social, política.
La política es cosa de hombres (de varones, se sobreentiende), como la economía, como la guerra, como la judicatura, como las ciencias, las artes y los oficios…
Ni las mujeres, ni los esclavos, ni los extranjeros (bárbaros) tienen sitio en el ágora, en la vida pública. Sus funciones y actividades están fuera de “la plaza”
-¡Oiga! ¿y la mujer?. En la casa, “ama de casa”. Su lugar es el espacio doméstico. Sus funciones, las domésticas.
Los ciudadanos, las personas libres y autónomas, son los varones.
El varón es “la medida de todas las cosas”
La mujer es propiedad del varón. Como lo son los hijos, los esclavos, la casa, las tierras, los aperos de labranza y “el buey arador”.
“Cosificación”, alienación, de la mujer.
Desigualdad política, social,…. múltiple entre varón y mujer.
El varón es la “forma” del hombre (en la teoría hilemórfica), es el que detenta la Razón, la Mente, la Palabra, la Luz, la Verdad, el Bien, el Ideal…
La mujer es lo contrario, representa la “materia” del hombre (en la teoría hilemórfica), representa el instinto, lo sensible, lo engañoso, la oscuridad, la noche, la maldad…
El varón ya ha repartido los papeles, asignado las funciones a los “sexos”, ya ha definido los “géneros”.
En Roma va a ocurrir “casi” igual, “tres cuartos de lo mismo”.
El cristianismo sigue los mismos pasos.
Lo que dice, nada menos que San Pablo (el “segundo Pablo”) sobre las mujeres es casi mejor olvidarlo. “Que la mujer no hable”, “si quiere saber algo que se lo pregunte a su marido”, “la mujer (como mejor está es) callada y obediente, sumisa”. Eso sí, que “el varón la ame (pero) como Cristo ama a su Iglesia”. “Igual que el cuerpo debe obedecer al alma, la Iglesia debe obedecer al representante de Dios, como la mujer debe obedecer al cabeza de familia, a su esposo…”.
De aquí a dudar de si la mujer tenía alma o no (en la Edad Media) no hay más que un paso.
Igual que el amo tiene vacas que le dan terneros, y ovejas que le dan corderos, y cerdas que le dan cerditos… (poco me importa qué toro, carnero, cerdo,… sean sus padres) así la mujer es importante, porque “al ser sólo mía”, y tener relaciones sexuales “sólo conmigo” (monogamia no sólo como norma sino, también, como sacramento) ello me garantiza la “legitimidad” de “mis hijos” (estoy seguro, segurísimo, de que son míos y sólo yo soy su padre).
Eso sí, como me entere de que mi mujer es fornicadora, tiene relaciones sexuales fuera de matrimonio…. la legitimidad filial quedaría en entredicho, cuestionada.
La mujer sólo como legitimadora de la prole del varón.
¡Ah!, se me olvidaba. El hombre es el único que tiene pene, “falo”.
Ahí tienen Uds. el LOGO-FONO-FALO-CENTRISMO.
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Por : Tomás Morales Cañedo ( Filósofo )

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